San Ignacio de Loyola
Jueves de la XVII
Semana del T.O.
El final del discurso de las
parábolas del reino nos deja otra enseñanza a tener en cuenta. La siembra se
recoge al final del proceso y los frutos buenos hablan del reino y de todo lo bueno
que el reino de Dios ha sembrado en los corazones de la humanidad. Todo lo que
ha sido capaz de transformarse. Lo malo, lo que no aporta, lo que no suma ni
construye será echado afuera. Aun estamos a tiempo de dejar que la semilla del
reino transforme nuestras vidas para que nos convirtamos en constructores del nuevo
mundo.
Mt 13,47-53
En aquel tiempo, dijo Jesús al
gentío:
«El reino de los cielos se parece
también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está
llena, la arrastran a la orilla, se sientan y reúnen los buenos en cestos y los
malos los tiran.
Lo mismo sucederá al final de los
tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán
al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
¿Habéis entendido todo esto?».
Ellos le responden:
«Sí».
Él les dijo:
«Pues bien, un escriba que se ha
hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va
sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo».
Cuando Jesús acabó estas
parábolas, partió de allí.
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