martes, 2 de abril de 2024

He visto al Señor...

 Martes de la Octava de Pascua

Vio y creyó. Los testimonios de aquellos que se encuentran con el resucitado contienen algunos elementos comunes. Antes del encuentro todos se encuentran bajo en hechizo de la tristeza y lo que ello significa. Pero el encuentro transforma la tristeza en una explosión de alegría. No es una alegría superficial no temporal, sino que todo indica que la alegría es interior y profunda. Además el encuentro no se queda en la intimidad, sino que conduce al testimonio. Quien se encuentra con el resucitado, se convierte en testigo de la resurrección.


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Jn 20,11-18

En aquel tiempo, estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.

Ellos le preguntan:

«Mujer, ¿por qué lloras?».

Ella les contesta:

«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».

Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.

Jesús le dice:

«Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?».

Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:

«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».

Jesús le dice:

«¡María!».

Ella se vuelve y le dice:

«¡Rabbuní!», que significa: «¡Maestro!».

Jesús le dice:

«No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro"».

María la Magdalena fue y anunció a los discípulos:

«He visto al Señor y ha dicho esto».

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