miércoles, 30 de abril de 2025

Este es el juicio: que la luz vino al mundo y...

 Miércoles II Semana de Pascua

La conversación con Nicodemo es íntima y profunda. Jesús pone a Nicodemo ante la perspectiva que Dios tiene al ser humano. Dios ya no es un juez, sino que el amor traspasa su ser y su acción. El gesto más auténtico de ese amor, el fruto, es la entrega de su hijo por amor a los hombre. Pero la perspectiva necesita de correspondencia para llegar a su zenit. ¿Cuál es la respuesta del hombre? ¿Prefiere a las tinieblas o a la luz? Y aquí todos somos Nicodemos de quienes se espera una respuesta.


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Jn 3,16-21

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.

Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.

Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.

En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

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