Carlos Luanga y compañeros mártires
Martes de la VII Semana de Pascua
Es posible que la enorme cantidad de información que recibimos a diario sature nuestra capacidad para asimilarla. Es posible que ello implica la desinformación. Incluso que la consecuencia lógica sea la indiferencia o la apatía. Pero lo que no puede ser es que esto endurezca nuestro corazón. En estos días nos están llegando las imágenes crueles de la guerra… Sí, no digo de una guerra concreta, sino de todas. El horror de la deshumanización brutal teñida de palabrería usada para engañar, distorsionar o manipular. Es la vergüenza de esta especie humana que se desangra bajo el grito doloroso de los inocentes y el silencio cómplice de una sociedad acomodada. Los ojos de Dios lloran al ver nuestro sufrimiento, pero nosotros ¿qué hacemos?
Mt 5,1-12a
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos,
porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia,
porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».
No hay comentarios:
Publicar un comentario