San Bernabé, apóstol
Miércoles de la X
Semana de Ordinario
Desprendidos y confiados. Así es
como aquellos primeros seguidores de Cristo se lanzaron a anunciar el evangelio
a todos los hombres. No necesitaban muchas seguridades, porque su fe era tan
grande que confiaban en que el Señor no les iba a fallar. No necesitaron ni
oro, ni plata ni bronce en la faja. No, el recurso más importante estaba en el
mensaje que potaban y de quién venía. ¿Cuáles son nuestras seguridades misioneras
hoy?
Mt 10,7-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
apóstoles:
«Id y proclamad que ha llegado el
reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad
demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis. No os procuréis en la faja oro,
plata ni cobre; ni tampoco alforja para el camino, ni dos túnicas, ni
sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en una
ciudad o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa
hasta que os vayáis. Al entrar en una casa, saludadla con la paz; si la casa se
lo merece, vuestra paz vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a
vosotros».
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