Domingo de la Santísima Trinidad
No es raro que los discípulos de
Jesús se sientan extraños y les cueste comprender la vida y la muerte de Jesús.
Ante ello Jesús insiste en la promesa del Espíritu Santo como garantía de la
verdad y de la sabiduría necesaria para acercarse al misterio de Dios. Y en eso
no somos muy distintos a aquellos primeros discípulos. Hemos recibido el
Espíritu que nos llena de amor y de esperanza. Es la Trinidad nuestro modelo de
comunidad de amor. Modelo que nos invita a hacer real el compromiso de amor de
la comunidad de los creyentes con el resto de la sociedad.
Jn 16,12-15
En aquellos días, dijo Jesús a
sus discípulos:
«Muchas cosas me quedan por
deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el
Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por
cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
Él me glorificará, porque
recibirá de lo mío y os lo anunciará.
Todo lo que tiene el Padre es
mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».
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