Lunes de la V Semana de Pascua
La fidelidad del Señor se da
amorosamente. Y Dios pide que ese amor de frutos. Frutos que no siempre son
fáciles de dar, porque las propuestas son muchas, los caminos alternativos son
variados. Y no siempre es fácil la fidelidad al don recibido. Para eso Dios nos
ayuda con la presencia del Espíritu Santo.
Jn 14,21-26
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos:
«El que acepta mis mandamientos y
los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también
lo amaré y me manifestaré a él».
Le dijo Judas, no el Iscariote:
«Señor, ¿qué ha sucedido para que
te reveles a nosotros y no al mundo?».
Respondió Jesús y le dijo:
«El que me ama guardará mi
palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guarda mis
palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me
envió.
Os he hablado de esto ahora que
estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el
Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo
que os he dicho».
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