Lunes de la IV Semana de Pascua
Es muy goloso el rebaño de los
cristianos y los católicos. Son una comunidad religiosa dócil, que,
habitualmente, adolece de una confianza ciega en sus pastores. Pero no todos
los pastores son iguales. Hay pastores que vienen a cuidar con celo a las ovejas
asignadas, pero hay otros que vienen a aprovecharse de ellas. ¿Cómo discernir
al verdadero pastor? Es aquel que da la vida por las ovejas, que siente
compasión, se desvive, y se da plenamente a su rebaño. Cuidado que no todos
vienen con la misma intención. No te olvides de encontrar las pistas que te
acercan al verdadero y único pastor.
Jn 10,1-10
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: el
que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra
parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de
las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va
llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas
las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su
voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la
voz de los extraños».
Jesús les puso esta comparación,
pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: yo
soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones
y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por
mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para
robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan
abundante».
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