miércoles, 21 de mayo de 2025

Sin mí no podéis hacer nada...

 Miércoles de la V Semana de Pascua

No es raro que caigamos en la tentación de sentirnos superhéroes en la misión evangelizadora. Para nada. A menudo creemos que los éxitos pastorales brotan de nuestro entusiasmo, de nuestras estrategias y metodologías (no lo vamos a ocultar, en ocasiones ajenas a la metodología del evangelio). Sí, somos muy dados a agrandar el ego. Pero no, el reino de Dios no crece así. Nosotros aportamos, pero es el Señor quien lo alienta y hace que germine en tantos y tantos corazones. Y somos nosotros, por supuesto, pero vinculados, como los sarmientos a la vid, los que colaboramos en la obra de Dios. No nos anunciamos a nosotros, somos vehículo de un mensaje cargado de vida, que no es de nuestra propiedad.


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Jn 15,1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.

Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.

Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.

Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.

Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».

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