Martes de la XX Semana del T.O.
Es tentador pensar que todos
aquellos que ahora disfrutan de bienes materiales en la tierra, frente a aquellos
que no los tienen, están condenados al infierno. Pero quizá es que no hemos
entendido el evangelio ni lo que Dios nos quiere decir. El problema es cuando
ponemos nuestro centro de interés en la obtención de riqueza, en la acumulación
de bienes, y que eso nos ciegue de otras dimensiones de nuestra vida que son
esenciales.
Mt 19,23-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus
discípulos:
«En verdad os digo que
difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: más fácil le
es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino
de los cielos».
Al oírlo, los discípulos dijeron
espantados:
«Entonces, ¿quién puede
salvarse?».
Jesús se les quedó mirando y les
dijo:
«Es imposible para los hombres,
pero Dios lo puede todo».
Entonces dijo Pedro a Jesús:
«Ya ves, nosotros lo hemos dejado
todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?».
Jesús les dijo:
«En verdad os digo: cuando llegue
la renovación y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también
vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para juzgar a
las doce tribus de Israel.
Todo el que por mí deja casa,
hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y
heredará la vida eterna.
Pero muchos primeros serán
últimos y muchos últimos primeros».
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