lunes, 4 de agosto de 2025

Se compadeció...

 Juan María Vianney, presbítero

Lunes de la XVIII Semana del T.O.

A Jesús le seguía una multitud. Una multitud desesperada, desilusionada y con escaso futuro. Y en él vieron motivos para vivir. Jesús no defraudó a la multitud. No les vendió un discurso vacío. No les ofreció palabras huecas. Les ofreció palabras que se cumplieron. Se compadeció. Se puso a su lado, les comprendió y sufrió con ellos. Curó a los enfermos. ¡Cuántas heridas tenemos que necesitan sanar y cicatrizar! Y les dio de comer. Alimentó su esperanza con futuro, pero también sació su hambre. Hoy lo sigue haciendo.


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Mt 14,13-21

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca, a solas, a un lugar desierto. Cuando la gente lo supo, lo siguió por tierra desde los poblados.

Al desembarcar vio Jesús una multitud, se compadeció de ella y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle:

«Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren comida».

Jesús les replicó:

«No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer».

Ellos le replicaron:

«Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces».

Les dijo:

«Traédmelos».

Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos y se saciaron y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

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