martes, 1 de abril de 2025

No peques más, no sea que te ocurra algo peor...

 Martes de la IV Semana de Cuaresma

Está claro que para algunos daba igual lo que estuviese ocurriendo, siempre encuentran una excusa para condenar a los otros. La curación en sábado, portar la camilla, caminar… cualquier situación se convierte en motivo de condena y persecución. El domingo veíamos que podemos caer con facilidad en las garras de estos comportamientos, como así hizo el hijo mayor del evangelio. Hoy Jesús advierte, ten cuidado, que quien quiere ver solo el mal, lo verá. Y es que es posible que nosotros andemos así también. Es tiempo de cambio, de transformación, de dejar que Dios nos haga más tiernos y misericordiosos. Cuaresma es reconocer el perdón verdadero, el del Padre que acoge y corrige, pero no reprocha.


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Jn 5,1-3.5-16

Se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.

Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos.

Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.

Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice:

«¿Quieres quedar sano?».

El enfermo le contestó:

«Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado».

Jesús le dice:

«Levántate, toma tu camilla y echa a andar».

Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.

Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano:

«Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla».

Él les contestó:

«El que me ha curado es quien me ha dicho: "Toma tu camilla y echa a andar"».

Ellos le preguntaron:

«¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?».

Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, a causa del gentío que había en aquel sitio, se había alejado.

Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice:

«Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor».

Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado.

Por esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.

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