domingo, 31 de marzo de 2024

Vio y creyó...

 Domingo de Pascua de Resurrección

Sí, es posible que no te lo acabaras de creer. Es posible que lo hayas vivido tantas veces que te parezca no creíble. Incluso es posible que absorto en la multitud de propuestas que la sociedad te hace, el acontecimiento que hoy celebramos haya estado pasando indiferente a tus sentidos. Pero no. Es cierto. Hoy Dios ha vencido a la muerte. Hoy se han abierto para los seres humanos las puertas de una vida de esperanza en la que es posible encontrar sentido al dolor, al sufrimiento, al sinsentido porque Jesucristo está entre nosotros y llena nuestra vida. Difícil de digerir, sí. Pero hoy hay motivos y razones para creer, para luchar, para levantarnos y seguir adelante con el corazón alegre. Créetelo.


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Jn 20,1-9

El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.

Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:

«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.

Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.

Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

viernes, 29 de marzo de 2024

Se hizo silencio...

Viernes Santo

Jesucristo no se muestra como una víctima del complot de Roma y las autoridades judías. Él decide cómo afrontar este momento decisivo y lo hace como Señor de la historia. El Hijo de Dios se levanta una y otra vez, se mantiene siempre fiel, no falla a los hombres, deja los cimientos de la Iglesia junto a la cruz como vínculo de amor y acogida a todos, sin diferencias y transforma el madero de la condenación en el árbol de la vida, de la fe y de la esperanza. Contemplar la cruz como una simple derrota no es de cristianos. El Dios de Cristo no ha dicho la última palabra. Hasta entonces, silencio…


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Jn 18,1-19,42

Pasión de nuestro Señor Jesucristo.

¿A quién buscáis? A Jesús, el Nazareno

C. En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el que lo iba a entregar, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando una cohorte y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo:

+ «¿A quién buscáis?».

C. Le contestaron:

S. «A Jesús, el Nazareno».

C. Les dijo Jesús:

jueves, 28 de marzo de 2024

Los amó hasta el extremo...

 Jueves Santo

Frente al sacerdocio entendido como casta de poder desde la antigüedad, el Jueves Santo Jesucristo instituye el sacerdocio como servicio, como donación personal y social a los pobres y excluidos siendo portadores del misterio de Dios. Y dicha institución va ligada a la Eucaristía, como máxima expresión de la entrega de Dios a los hombres y sello incondicional de la alianza entre Dios y los hombres. No cabe otra forma de entender el sacerdocio que como ministerio del servicio. Solo así Dios hace su tarea de dignificar a los destinatarios de su misión.


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Jn 13,1-15

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

Estaban cenando; ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.

Llegó a Simón Pedro, y este le dice:

«Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?».

Jesús le replicó:

«Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde».

Pedro le dice:

«No me lavarás los pies jamás».

Jesús le contestó:

«Si no te lavo, no tienes parte conmigo».

Simón Pedro le dice:

«Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza».

Jesús le dice:

«Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos».

Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios».

Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:

«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis».

miércoles, 27 de marzo de 2024

¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?

 Miércoles Santo

Parece que Dios resulta molesto a los ojos de los poderosos. Tras un tiempo anunciando el verdadero rostro de Dios, su cercanía a todos, pero su predilección por los desheredados y por los excluidos, los hombres “de dios” deciden que también a ellos les molesta. Y nada mejor que acabar con el problema de raíz, mejor que muera un solo hombre por el pueblo. El pueblo, aquel a quien Dios envía a su Hijo es convertido en el argumento para matarlo. Seguimos justificando la atrocidad siempre que las consecuencias resulten beneficiosas para… Eso no es lo que Dios nos susurra.


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Mt 26,14-25

En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:

«¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?».

Ellos se ajustaron con él en treinta monedas de plata. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.

El primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:

«¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?».

Él contestó:

«Id a la ciudad, a casa de quien vosotros sabéis, y decidle: "El Maestro dice: mi hora está cerca; voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos"».

Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.

Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:

«En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar».

Ellos, muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro:

«¿Soy yo acaso, Señor?».

Él respondió:

«El que ha metido conmigo la mano en la fuente, ese me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!, ¡más le valdría a ese hombre no haber nacido!».

Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:

«¿Soy yo acaso, Maestro?».

Él respondió:

«Tú lo has dicho».

martes, 26 de marzo de 2024

Me seguirás más tarde...

 Martes Santo

El momento es inminente y Jesús se hace protagonista de lo que va a vivir. Afronta el final transformando su muerte en una entrega generosa, en el gesto de amor más extremo que hay, dar la vida por los demás. Su misión no acaba ahí, el Padre lo confirmará resucitándolo, pero el doloroso trance hay que pasarlo. Y esto es lo que los discípulos no entienden. Todo ha estado encaminado a este paso, pero no lo habían comprendido.


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Jn 13,21-33.36-38

En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo:

«En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar».

Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.

Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía.

Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:

«Señor, ¿quién es?».

Le contestó Jesús:

«Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado».

Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote.

Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo:

«Lo que vas a hacer, hazlo pronto».

Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.

Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche.

Cuando salió, dijo Jesús:

«Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros:

"Donde yo voy no podéis venir vosotros"».

Simón Pedro le dijo:

«Señor, ¿adónde vas?».

Jesús le respondió:

«Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde».

Pedro replicó:

«Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti».

Jesús le contestó:

«¿Conque darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces».

lunes, 25 de marzo de 2024

A mí no siempre me tenéis...

 Lunes Santo

¡Cuánto nos cuesta honrar en vida a aquellos que se lo merecen! Damos medallas y hacemos homenajes a las personas que se han comprometido con proyectos importantes una vez que ya no están entre nosotros. ¿Acaso no nos llena reconocer al otro cuando nos puede ver y escuchar? Parece que nos puede más el recelo que despierta la envidia, el egoísmo o la desconfianza. Por ello Jesús, antes de subir a Jerusalén y a la cruz nos pide fe. Ante los momentos más difíciles de su misión nos pide que abramos más los ojos y sepamos reconocer en él al Hijo de Dios.


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Jn 12,1-11

Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa.

María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.

Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice:

«¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?».

Esto lo dijo no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando.

Jesús dijo:

«Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis».

Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron no solo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos.

Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.

domingo, 24 de marzo de 2024

Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios...

 Domingo de Ramos

Iniciamos la Semana Santa con el relato de la Pasión de Marcos. Un relato que nos condice pedagógicamente al reconocimiento de la gloria de Dios en el crucificado con las palabras del centurión. Para los cristianos de hoy esta semana que iniciamos se convierte en un momento de gracia para contemplar el misterio de Dios, que a cada paso deja huellas de amor.


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Mc 14,1-15,47

Andaban buscando cómo prender a Jesús a traición y darle muerte

C.Faltaban dos días para la Pascua y los Ácimos. Los sumos sacerdotes y los escribas andaban buscando cómo prender a Jesús a traición y darle muerte. Pero decían:

S.«No durante las fiestas; podría amotinarse el pueblo».

Se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura

C.Estando Jesús en Betania, en casa de Simón, el leproso, sentado a la mesa, llegó una mujer con un frasco de perfume muy caro, de nardo puro; quebró el frasco y se lo derramó sobre la cabeza. Algunos comentaban indignados:

S.«¿A qué viene este derroche de perfume? Se podía haber vendido por más de trescientos denarios para dárselo a los pobres».

C.Y reprendían a la mujer. Pero Jesús replicó:

viernes, 22 de marzo de 2024

Os he hecho ver muchas obras buenas...

 Viernes de la V Semana de Cuaresma

Es la ceguera del hombre, de la raza, de la religión, de la nación, de la cultura, de las tradiciones, … de lo que quieras poner… En definitiva es la incapacidad del hombre para mirar de otra manera que no sea desde el egoísmo que se convierte en fundamentalismo y arrastra a todos. Frente a esa dinámica, la de Dios es el amor, el desprendimiento, el horizonte de sentido que construye hombre y mujeres nuevos capaces de ver más allá del egoísmo. Aquí está la diferencia entre apedrear o creer. ¿Y tú?


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Jn 10,31-42

En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús.

Él les replicó:

«Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?».

Los judíos le contestaron:

«No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios».

Jesús les replicó:

«¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: sois dioses"? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y no puede fallar la Escritura, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros: "¡Blasfemas!" Porque he dicho: "Soy Hijo de Dios"? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre».

Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí.

Muchos acudieron a él y decían:

«Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de este era verdad».

Y muchos creyeron en él allí.

jueves, 21 de marzo de 2024

No verá la muerte...

 Jueves de la V Semana de Cuaresma

El desenlace está cerca. Tan cerca como el final de la cuaresma. Y después de este intenso camino cabe la posibilidad de que nos hayamos alejado más del Señor, quizá porque no hemos escuchado su palabra. Pero seguro que no ha sido así y vemos con mayor claridad, gracias a los ojos de la fe, que Jesucristo es el Hijo de Dios y que su derroche de amor culminará en su entrega generosa y en la resurrección. En esto reside el camino cuaresmal. En reconocer al Señor como centro y motor de nuestra vida y adherirse personalmente a su misión, una misión que culmina con vida, no con muerte.


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Jn 8,51-59

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:

«En verdad, en verdad os digo: quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre».

Los judíos le dijeron:

«Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: "Quien guarde mi palabra no gustará la muerte para siempre"? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?».

Jesús contestó:

«Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: "Es nuestro Dios", aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera "No lo conozco" sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría».

Los judíos le dijeron:

«No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?».

Jesús les dijo:

«En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, yo soy».

Entonces tomaron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.

miércoles, 20 de marzo de 2024

Seréis libres...

 Miércoles de la V Semana de Cuaresma

Hemos tenido la suerte de nacer en medio de una sociedad que, tras largos siglos de luchas, conquistó las libertades individuales para cada uno de sus ciudadanos. De este modo todos nacemos libres, con derechos y responsabilidades. Pero no es menos cierto que poco a poco cada uno de nosotros se ha ido atando a sus pequeñas o grandes cadenas. Esas prioridades que expulsan a Dios de nuestras vidas, esas que ocultan el amor como motor de la vida. Esas cadenas nos esclavizan, nos condenan… Cuaresma es el recorrido hacia nuestra propia libertad, nuestra liberación… y Dios tiene la llave de nuestros candados.


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Jn 8,31-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él:

«Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres».

Le replicaron:

«Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: "Seréis libres"?».

Jesús les contestó:

«En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no cala en vosotros. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre».

Ellos replicaron:

«Nuestro padre es Abrahán».

Jesús les dijo:

«Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios; y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre».

Le replicaron:

«Nosotros no somos hijos de prostitución; tenemos un solo padre: Dios».

Jesús les contestó:

«Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y he venido. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió».

martes, 19 de marzo de 2024

No temas...

 San José, esposo de la Virgen

Martes de la V Semana de Cuaresma

Es posible que entendamos fácilmente la respuesta de José al embarazo de María. La mujer con la que se ha comprometido para construir una vida juntos, resulta que está embarazada. Ponte en su lugar. Solo la intervención de Dios transforma el corazón de José y acaba volcándose en María y en el hijo que espera. Es fe. Es confianza en Dios. Y José siempre aparece en segundo plano, pero siempre está ahí. Hombre sencillo de fe inquebrantable.


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Mt 1,16.18-21.24a

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.

La generación de Jesucristo fue de esta manera:

María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:

«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».

Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.

lunes, 18 de marzo de 2024

Tampoco yo te condeno... Anda y en adelante no peques más...

 San Cirilo de Jerusalén, Obispo y doctor

Lunes de la V Semana de Cuaresma

Con qué rapidez nos inclinamos a juzgar los comportamientos de los demás, muchas veces sin acercarnos a conocer. Cumplimos años y no acabamos de comprender que las personas con las que vivimos viven circunstancias singulares, tanto como las nuestras. Vivimos vidas llenas de matices, que no son uniformes y monocromáticas. Pero ahí seguimos, atreviéndonos a juzgar. El Dios de Jesucristo, sin embargo, es pura misericordia que acoge, perdona, reconstruye y devuelve a la vida. Esta intensa experiencia de amor ayuda a construir el reino de Dios. Con más experiencia de perdón habría menos odio, menos guerras…


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Jn 8,1-11

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.

Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:

«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?».

Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.

Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:

«El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra».

E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.

Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante.

Jesús se incorporó y le preguntó:

«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?».

Ella contestó:

«Ninguno, Señor».

Jesús dijo:

«Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».

domingo, 17 de marzo de 2024

Queremos ver a Jesús...

V Domingo de Cuaresma

En este último domingo de Cuaresma, fruto de la conversión en este camino, surge en el creyente las profundas ganas de ver a Jesús. De acompañarle en los momentos más decisivos. De acercarnos al misterio de amor más grande, en el que el Hijo de Dios decide dar un sentido completamente nuevo a su misión. A él no le quitan la vida, Él la da para que dé fruto y su fruto es la salvación de todos. Su muerte dará vida a todos. Pero no evitará el dolor de la tragedia.


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Jn 12,20-33

En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; estos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban:

«Señor, queremos ver a Jesús».

Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.

Jesús les contestó:

«Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre.

En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna.

El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará.

Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré? ¿Padre, líbrame de esta hora? Pero si por esto he venido, para esta hora: Padre, glorifica tu nombre».

Entonces vino una voz del cielo:

«Lo he glorificado y volveré a glorificarlo».

La gente que estaba allí y lo oyó, decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel.

Jesús tomó la palabra y dijo:

«Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí».

Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.


sábado, 16 de marzo de 2024

Surgió entre la gente una discordia por su causa...

Sábado de la IV Semana de Cuaresma

Cualquier excusa nos parece justificada para no salir de nuestra zona de confort. Resulta cómodo juzgar al mundo, al vecino y a la autoridad eclesial desde el sofá de casa, cómodamente sentado ante la pantalla y calentitos. El discípulo tiene que estar atento a dos cosas: a la Palabra de Dios que nos interpela cada día y a la dura realidad que nos interroga. Permanecer estáticos es poner excusas. Pero Cuaresma es acción, es activar el movimiento, es arriesgar y es amar, es querer y es comprometerse.


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Jn 7,40-53

En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían:

«Este es de verdad el profeta».

Otros decían:

«Este es el Mesías».

Pero otros decían:

«¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?».

Y así surgió entre la gente una discordia por su causa.

Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima.

Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y estos les dijeron:

«¿Por qué no lo habéis traído?».

Los guardias respondieron:

«Jamás ha hablado nadie como ese hombre».

Los fariseos les replicaron:

«¿También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la ley son unos malditos».

Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo:

«¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?».

Ellos le replicaron:

«¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas».

Y se volvieron cada uno a su casa.


viernes, 15 de marzo de 2024

Trataban de matarlo...

Viernes de la IV Semana de Cuaresma

En ocasiones anunciar el evangelio conlleva ganarse enemigos. El anuncio del reino de Dios conlleva un compromiso especial con los más débiles y ello implica, muchas veces, posicionarse contra gente muy poderosa y muy bien posicionada, a quienes molesta la palabra inquietante de Dios. Quizá es mejor que muera un hombre por el bien de todo el pueblo, o sería por callar la misma Palabra de Dios. La Palabra de Dios no se silencia con las armas, porque el amor es más grande que la ira.


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Jn 7,1-2.10.25-30

En aquel tiempo, recorría Jesús Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas.

Una vez que sus hermanos se hubieron marchado a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas.

Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron:

«¿No es este el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que este es el Mesías? Pero este sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene».

Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó:

«A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino que el Verdadero es el que me envía; a ese vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él y él me ha enviado».

Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.


jueves, 14 de marzo de 2024

¿Cómo vais a creer en mis palabras?

 Jueves de la IV Semana de Cuaresma

Es duro el lenguaje de Jesús frente a todos aquellos que se niegan a reconocerlo a pesar de los numerosos testimonios de las sagradas escrituras y de la tradición. La incredulidad es uno de los problemas que siguen sorteando la vida de los creyentes. Pero también nos tropezamos con la indiferencia. Esta más de nuestro tiempo. Y ¿cómo reaccionamos los cristianos? ¿Con más indiferencia? ¿Con fe?


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Jn 5,31-47

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:

«Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es verdadero el testimonio que da de mí.

Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio en favor de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz.

Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado.

Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su rostro, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no lo creéis.

Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros.

Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ese sí lo recibiréis.

¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?».

miércoles, 13 de marzo de 2024

Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo...

 Miércoles de la IV Semana de Cuaresma

Frente a las posiciones judías que separaban a Jesús del Padre, Juan manifiesta esta comunión plena entre el Padre y el Hijo. Dios envía a su Hijo para salvar, no para juzgar ni condenar. Pero el judaísmo fue reacio a reconocer la divinidad de Jesucristo. Hoy nosotros también tenemos nuestras dudas, seguro. Pero el camino cuaresmal nos tiene que ayudar a contemplar la unión amorosa del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La Pascua está cerca y el misterio de amor está a punto de dar un salto de compromiso absoluto en favor del ser humano.


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Jn 5,17-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:

«Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo».

Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no solo quebrantaba el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.

Jesús tomó la palabra y les dijo:

«En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta sino lo que viere hacer al Padre. Lo que hace este, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que esta, para vuestro asombro.

Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere.

Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo el juicio, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió.

En verdad, en verdad os digo: quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida.

En verdad, en verdad os digo: llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán.

Porque, igual que el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado también al Hijo tener vida en sí mismo. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre.

No os sorprenda esto, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio.

Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió».

martes, 12 de marzo de 2024

Toma tu camilla y echa a andar...

 Martes de la IV Semana de Cuaresma

La sanación del hombre de la piscina de Betesda no es solo una salvación individual, es la interpelación de Dios a todo un sistema de religiosidad oficial que ataba al individuo que solo era liberado por la autoridad del hombre. El judaísmo oficial, de alguna manera había atado al hombre y a Dios, supeditando la salvación a la palabra de la autoridad religiosa judía, que no es más que palabra de hombre. La Palabra de Dios libera de sus ataduras (camilla) al paralítico, pero al creyente judío lo vincula directamente a Dios. En cuaresma, vuelve tu mirada a Dios.


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Jn 5,1-3.5-16

Se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.

Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos.

Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.

Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice:

«¿Quieres quedar sano?».

El enfermo le contestó:

«Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado».

Jesús le dice:

«Levántate, toma tu camilla y echa a andar».

Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.

Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano:

«Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla».

Él les contestó:

«El que me ha curado es quien me ha dicho: "Toma tu camilla y echa a andar"».

Ellos le preguntaron:

«¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?».

Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, a causa del gentío que había en aquel sitio, se había alejado.

Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice:

«Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor».

Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado.

Por esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.