viernes, 31 de enero de 2020

Por sus obras...


San Juan Bosco, Viernes de la III Semana del Tiempo Ordinario
Así es el Reino de Dios… las semillas que caen en tierra buena van creciendo… Sin llamar la atención, sin estruendos, sin grandes dosis de publicidad, sin… Los gestos auténticos, las obras que de verdad importan, son obras del Reino, apenas se ven, pero están ahí. Sus frutos no son inmediatos, pero son frutos auténticos. La vida de los creyentes se mueve entre la acción callada, la humildad, la entrega generosa por amor a Dios y a los hombres, y al final brotan los frutos.

Mc 4,26-34
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
-«El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega.»
Dijo también:
-« ¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas.»
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.

jueves, 30 de enero de 2020

Escondidos...


Jueves de la III Semana del Tiempo Ordinario
No tiene mucho sentido ser portadores de la luz y dedicarnos a esconderla.  Sin embargo, resulta muy habitual encontrarnos con cristianos que ocultan su condición. No es difícil esconderse en esta sociedad tan abierta y plural. Precisamente cuando más libre es el ser humano más nos ocultamos. Y ahora no podemos decir que será por “miedo” a las represalias de nuestros perseguidores. No, no los tenemos. Pero sí tenemos miedos, muchos. Y esos miedos están ganando la batalla.

Mc 4,21-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a la muchedumbre:
-«¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero? Si se esconde algo, es para que se descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Les dijo también:
-«Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.»

miércoles, 29 de enero de 2020

El señor que se dedicaba siempre a sembrar...


Miércoles de la III Semana del Tiempo Ordinario
Si ponemos todos los sentidos en el Evangelio de hoy seguro que encontramos algo que nos interpela. Y no es porque el sembrador continúe con su misión. No es por la semilla siga estando ahí. Seguro que tampoco por las posibles respuestas a la llamada del Señor a seguirle. Si es por cuál es nuestra respuesta más íntima y personal a la llamada de Dios. Ahí es donde somos los protagonistas. Ahí está la clave de nuestro estado actual personal y de fe. En qué momento me encuentro yo, cómo está mi relación con los demás y con Dios. ¿Hago que fructifique la semilla?

Mc 4,1-20
En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago. Acudió un gentío tan enorme que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y el gentío se quedó en la orilla. Les enseñó mucho rato con parábolas, como él solía enseñar:
-«Escuchad: Salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otro poco cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, lo ahogaron, y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»
Y añadió:
-«El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas. Él les dijo:
-«A vosotros se os han comunicado los secretos del reino de Dios; en cambio, a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que "por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y los perdonen. "»
Y añadió:
-«¿No entendéis esta parábola? ¿Pues, cómo vais a entender las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero, en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la simiente como terreno pedregoso; al escucharla, la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes y, cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, en seguida sucumben. Hay otros que reciben la simiente entre zarzas; éstos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la simiente en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»

martes, 28 de enero de 2020

Seres relacionales...


Santo Tomás de Aquino. Martes de la III Semana del Tiempo Ordinario
Las relaciones nuevas que Dios establece son rompedoras y nos cuesta a veces entenderlas. Somos muy dados a ceñirnos a la lógica humana y dejar a un lado la lógica de la fe. Nos cuesta entender que la adhesión personal de fe a Jesús incluye la filiación con Dios Padre y la fraternidad con nuestros semejantes. Y nos cuesta más entender las consecuencias de estas nuevas relaciones. ¿A ti te cuesta?

Mc 3,31-35
En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dijo:
-«Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan.»
Les contestó:
-«¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?»
Y, paseando la mirada por el corro, dijo:
«-Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.»

lunes, 27 de enero de 2020

Con todos los sentidos...


Lunes de la III Semana del Tiempo Ordinario
Lejos de ver y escuchar lo que Jesús dice, los escribas tratan de desprestigiarlo. Es muy habitual entre los hombres. Cuando no quieres reflexionar, cuando no dejas que la palabra de otro de interpele, cuando no quieres dejar a Dios un espacio en tu vida entonces buscas a los culpables en los otros, en el mensajero. Pero el mensaje está ahí. Abre tu corazón.

Mc 3,22-30: Satanás está perdido.
En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían:
-«Tiene dentro a BeIzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios.»
Él los invitó a acercarse y les puso estas parábolas:
-« ¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino en guerra civil no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa. Creedme, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre.»
Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.

domingo, 26 de enero de 2020

Convertíos, poned el amor en medio de vuestra vida...


III Domingo del Tiempo Ordinario
Jesús llama a la conversión, a cambiar de vida, a poner en el centro lo importante: el Reino de Dios. Pero Jesús no entiende el Reino como nosotros, con límites territoriales, con escalas sociales, con termómetros de riquezas… No, el Reino de Dios habla de Universalidad, de Gratuidad y Gratitud, de Igualdad, de Solidaridad, etc… En definitiva es, ni más ni menos, que Reino de Amor.
Reza Laudes en tu dispositivo

Mt 4,12-23
Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Gali­lea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías:
«País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.»
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo:
-«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.»
Pasando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores.
Les dijo:
-«Venid y seguidme, y os, haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también.
Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.

sábado, 25 de enero de 2020

¿Estáis dispuestos...?


Conversión de San Pablo, Sábado de la II Semana del Tiempo Ordinario
El bautizado acoge una misión que le trasciende, el anuncio del Evangelio. No es un trabajo normal, es una misión que compromete la vida entera. Por eso no se trata solo de estar preparado, sino de estar convencido. Significa caer del caballo de tus propias seguridades, ponerse en las manos de Dios, confiar plenamente en él y saber que puede que tu propia forma de existir se vea comprometida. ¿Estás dispuesto?

Mc 16,15-18
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo:
-«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado.
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»

viernes, 24 de enero de 2020

A los que él quiso...


San Francisco de Sales, Viernes de la II Semana del Tiempo Ordinario
Camino a la montaña los eligió. No es una decisión caprichosa. Jesús se dirige a la montaña, donde se acerca a orar, donde reflexiona, donde se encuentra íntimamente con el Padre. Está a punto de dar un paso crucial. Los doce son elegidos por su corazón dispuesto y la respuesta generosa de ellos es radical. El encuentro con el Señor les ha transformado…

Mc 3,13-19
En aquel tiempo, Jesús, mientras subía a la montaña, fue llamando a los que él quiso, y se fueron con él. A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios. Así constituyó el grupo de los Doce: Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges -Los Truenos-, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Celotes y Judas Iscariote, que lo entregó.

jueves, 23 de enero de 2020

Lo siguió una muchedumbre...


San Ildefonso, Jueves de la II Semana del Tiempo Ordinario
Son los más humildes, los que experimentan la liberación de las ataduras, los dispuestos de corazón quienes reconocen al Señor y lo expresan. Jesús les prohíbe decirlo, pero aún así nada los detiene. Quizá nosotros hemos de sentirnos liberados, hemos de tener ese encuentro íntimo con el Señor para reconocerlo y gritarlo. A veces parece que no da vergüenza…

Mc 3,7-12
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío. Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: «Tú eres el Hijo de Dios.» Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

martes, 21 de enero de 2020

Atados a nuestras palabras...


San Vicente, Miércoles de la II Semana del Tiempo Ordinario
Hemos aprendido tanto del pasado que nos hemos convertido en auténticos magos de las palabras. Los paisanos de Jesús retorcían la norma hasta exprimirla haciendo pasar a todos por el aro, sin atender a las necesidades más íntimas de las personas. Precisamente de los más débiles, de los preferidos de Dios. No hacemos cosas muy distintas. Retorcemos las palabras para que digan lo que queremos oír. Pero ¿qué hacemos con la Palabra de Dios?  ¿También la retorcemos?

Mc 3,1-6
En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga, y había allí un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo. Jesús le dijo al que tenía la parálisis:
-«Levántate y ponte ahí en medio.»
Y a ellos les preguntó:
-«¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?»
Se quedaron callados. Echando en torno una mirada de ira, y dolido de su obstinación, le dijo al hombre:
-«Extiende el brazo.»
Lo extendió y quedó restablecido. En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.

Esclavos de nuestras propias redes...


Santa Inés, Martes de la II Semana del Tiempo Ordinario
Frente a la actuación absolutamente gratuita de Dios en la historia de los hombres y la consecuente libertad del hombre para responder, resulta que somos los hombres los que nos hacemos esclavos de nuestras propias normas. Normas que nos atan, que nos esclavizan y rompen la libertad regalada por Dios. La Palabra de Dios nos libera…

Mc 2,23-28
Un sábado atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas.
Los fariseos le dijeron:
-Oye, ¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?
El les respondió:
-¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre? Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros.
Y añadió:
-El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del Hombre es señor también del sábado.

lunes, 20 de enero de 2020

Odres nuevos...


San Sebastián. Lunes de la II Semana del Tiempo Ordinario
Los seres humanos necesitamos ritos, costumbres y hábitos que se repiten en el tiempo. Y con los años a esos ritmos repetidos los llamamos tradiciones. Y de repente convertimos las “tradiciones” en dogmas, verdades inamovibles aunque hayamos olvidado el sentido genuino, el espíritu con que nacieron. Se nos olvida que lo importante es el porqué. ¡Qué difícil nos resulta aceptar lo nuevo! ¡Qué difícil nos parece ver a Dios en lo novedoso!

Mc 2,18-22
En aquel tiempo, los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno. Vinieron unos y le preguntaron a Jesús:
-«Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?»
Jesús les contestó:
-«¿Es que pueden ayunar los amigos del novio, mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. Llegará un día en que se lleven al novio; aquel día si que ayunarán. Nadie le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto, lo nuevo de lo viejo, y deja un roto peor. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos.»

domingo, 19 de enero de 2020

Y yo lo he visto...


II Domingo del Tiempo Ordinario
El cordero simboliza al animal con el que Abrahán y Dios sellan una alianza de lealtad. El mismo animal cuyo sacrificio garantiza el pacto por la libertad al salir de Egipto. Jesús es el cordero definitivo, la víctima del último y definitivo sacrificio.

Jn 1,29-34
En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó:
–«Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es aquel de quien yo dije: "Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo." Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel.»
Y Juan dio testimonio diciendo:
–«He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo:
"Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo."
Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.»

sábado, 18 de enero de 2020

Lo que es o lo que debe ser...


Sábado de la I Semana del Tiempo Ordinario
Es fácil ser crítico con los demás. Es fácil opinar a la ligera, sin detenerse a conocer la verdad y la profundidad de los gestos. Enseguida juzgamos por lo que los demás aparentan. Pero no es esta la óptica de Dios. Dios conoce la profundidad del ser humano y acoge, no rechaza; abraza, no juzga. Ese es el espíritu del discípulo, ¿o debería serlo?

Mc 2,13-17
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a él, y les enseñaba. Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
-«Sígueme.»
Se levantó y lo siguió. Estando Jesús a la mesa en su casa, de entre los muchos que lo seguían un grupo de publicanos y pecadores se sentaron con Jesús y sus discípulos. Algunos escribas fariseos, al ver que comía con publicanos y pecadores, les dijeron a los discípulos:
-«¡De modo que come con publicanos y pecadores!»
Jesús lo oyó y les dijo:
-«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»

viernes, 17 de enero de 2020

Potestad como responsabilidad...


San Antonio, abad
Hagamos lo que hagamos siempre alguien interpelará nuestras acciones. Es parte de la carga de la cruz que los creyentes debemos llevar. Pero no es algo que ocurra exclusivamente a quienes creemos. Sin embargo, nuestra referencia es el Señor. No hacemos lo que hacemos por nosotros, lo hacemos por Dios. Lo hacemos como mediación. Otros darán gloria a Dios por nuestras acciones, de ahí nuestra enorme responsabilidad de bautizados. ¡Ay de quienes escandalicen!

Mc 2,1-12
Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la palabra. Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo, por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico:
-«Hijo, tus pecados quedan perdonados.»
Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros:
-«Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?»
Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo:
-«¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico "tus pecados quedan perdonados" o decirle "levántate, coge la camilla y echa a andar"? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados ... »
Entonces le dijo al paralítico:
-«Contigo hablo: Levántate, coge tu camilla -y vete a tu casa. »
Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo:
-«Nunca hemos visto una cosa igual.»

jueves, 16 de enero de 2020

Dios que siente...


Jueves de la I Semana del Tiempo Ordinario
¿Qué cercanía mostraba Jesús para que un desconocido se acercase a pedirle que lo curase? Aquí radica la principal diferencia. Nuestro Dios es Padre que se acerca, que acoge, que experimenta la misericordia, que siente con sus hijos, que comprende y padece con los que sufren. Este Dios que “siente lástima” extiende su mano y transforma lo que toca. Pero ¿cómo va nuestra fe?

Mc 1,40-45
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
-«Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo:
-«Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente:
-«No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.

miércoles, 15 de enero de 2020

Nuestros demonios...


Miércoles de la I Semana del Tiempo Ordinario
El tiempo no acaba con los problemas más acuciantes del ser humano. Generación tras generación seguimos teniendo preguntas, seguimos buscando respuestas y necesitamos que nos ayuden a quitar de nosotros los demonios que nos atormentan y nos hacen enfermar. Hoy siguen llegando respuestas aparentemente mágicas, pero ineficaces. Seguimos buscando. Dios sigue ofreciéndose como respuesta… ¿cuál es nuestra respuesta?

Mc 1,29-39
En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Símón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron:
-«Todo el mundo te busca.»
Él les respondió:
-«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

martes, 14 de enero de 2020

Autoridad y compromiso...


Martes I Semana del Tiempo Ordinario
Cuánto ruido llega cada día a nuestros oídos. Voces desde todos los lugares y medios con el objeto de convencernos de las maravillas del producto o idea que se quiere vender. Voces que claman ser escuchadas erigiéndose en el trono de la autoridad. Pero voces pasajeras. Voces superficiales que gritan y pasan de largo dejando en nosotros el mismo vacío anterior. ¿De dónde viene la autoridad en la palabra? Del compromiso vital de la vida en la Palabra. De la coherencia y el testimonio. Ahí está la autoridad de la voz del creyente.

Mc 1,21-28
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar:
-« ¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.»
Jesús lo increpó:
-«Cállate y sal de él.»
El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos:
-«¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.»
Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

lunes, 13 de enero de 2020

Eran pescadores...


Lunes I semana del Tiempo Ordinario
La misión de Jesús se inicia nada más recibir el bautismo. Y se inicia con un mensaje radicalmente esperanzador. El Reino de Dios está cerca, cambiad, transformaos y dejaos transformar, seguidme.

Mc 1,14-20
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía:
-«Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago. Jesús les dijo:
-«Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.

domingo, 12 de enero de 2020

Mi Hijo, el Amado...


Bautismo del Señor
En el Bautismo de Jesús se manifiesta quien es. El Hijo de Dios muy querido por el Padre acampa verdaderamente entre nosotros. Por el mismo sacramento nosotros somos incorporados a la Iglesia, a la gran familia de los Hijos de Dios. Y también somos llamados a cumplir la misión de la Iglesia, anunciar a todos la llegada del Reino de Dios. Hoy es día para actualizar nuestra misión, nuestro Bautismo.

Mt 3,13-17
En aquel tiempo, fue Jesús de Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara.
Pero Juan intentaba, disuadirlo, diciéndole:
-«Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?»
Jesús le contestó:
-«Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere. »
Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz del cielo que decía:
-«Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto.»

sábado, 11 de enero de 2020

Quiero... queda limpio


Es fácil que se nos olvide el significado de padecer lepra en el siglo I. Directamente el enfermo era expulsado de la comunidad sin encontrar el alivio a los dolores de la enfermedad, situación agravada por la soledad en la que el enfermo tenía que sobrellevar su penosa situación. Aún así el leproso del Evangelio reconoce en Jesús al Señor. Y confiado le pide que lo libre de la lacra de la lepra. Y el Señor quiere. El Señor hoy sigue queriendo, pero ¿encuentra fe en quienes pedimos que nos cure?

Lc 5,12-16
Una vez, estando Jesús en un pueblo, se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús cayó rostro a tierra y le suplicó:
- Señor, si quieres puedes limpiarme.
Y Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo:
- Quiero, queda limpio.
Y en seguida le dejó la lepra. Jesús le recomendó que no lo dijera a nadie, y añadió:
- Ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés para que les conste.
Se hablaba de él cada vez más, y acudía mucha gente a oírle y a que los curara de sus enfermedades. Pero él solía retirarse a despoblado para orar.

viernes, 10 de enero de 2020

Un Reino diferente...


Jesús se presenta ante sus paisanos como el enviado de Dios. El esperado ha venido para acercar el Reino de Dios. Un reino que no parece ser de poderosos. Un reino para los pobres, los cautivos, los ciegos y oprimidos. Un reino que no va al estilo de los reinos de este mundo. Un reino en el que los protagonistas no se miden por sus ganancias económicas… Un reino, distinto… Pero para todos.

Lc 4,14-22
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.»
Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:
- «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»
Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios.

jueves, 9 de enero de 2020

No tengáis miedo...


En ocasiones nos resulta difícil reconocer al Señor. Nos puede parecer un fantasma o pasa, tan aparentemente inadvertido, que no lo caemos en la cuenta. Entonces sentimos miedo porque en medio de la noche la oscuridad se apodera de nosotros. Sin embargo, no debemos tener miedo, es el Señor…

Mc 6,45-52
Después que se saciaron los cinco mil hombres, Jesús en seguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida, mientras él despedía a la gente. Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar. Llegada la noche, la barca estaba en mitad del lago, y Jesús, solo, en tierra. Viendo el trabajo con que remaban, porque tenían viento contrario, a eso de la madrugada, va hacia ellos andando sobre el lago, e hizo ademán de pasar de largo. Ellos, viéndolo andar sobre el lago, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque al verlo se habían sobresaltado. Pero él les dirige en seguida la palabra y les dice:
- «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo.»
Entró en la barca con ellos, y amainó el viento. Ellos estaban en el colmo del estupor, pues no habían comprendido lo de los panes, porque eran torpes para entender.

miércoles, 8 de enero de 2020

Hambre...


El pueblo escucha la Palabra. Pero la Palabra va más allá del mero sonido. La multiplicación de los panes y los peces no solo adelanta la Eucaristía, sino que es la revelación de quién es este que anuncia la cercanía del Reino de Dios. El pueblo tiene hambre. Dios sacia ese hambre.

Mc 6,34-44
En aquel tiempo, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.
Cuando se hizo tarde se acercaron sus discípulos a decirle:
-«Estamos en despoblado, y ya es muy tarde. Despídelos, que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor y se compren de comer.»
Él les replicó:
-«Dadles vosotros de comer.»
Ellos le preguntaron:
«¿Vamos a ir a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?»
Él les dijo:
«¿Cuántos panes tenéis? Id a ver.»
Cuando lo averiguaron le dijeron:
-«Cinco, y dos peces.»
Él les mandó que hicieran recostarse a la gente sobre la hierba en grupos. Ellos se acomodaron por grupos de ciento y de cincuenta.
Y tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran. Y repartió entre todos los dos peces.
Comieron todos y se saciaron, y recogieron las sobras: doce cestos de pan y de peces.
Los que comieron eran cinco mil hombres.

martes, 7 de enero de 2020

El Reino de Dios está próximo...


La misión de Jesús está íntimamente unida a su persona. Juan arrestado el Mesías aparece en escena y anuncia la proximidad del Reino de Dios. Pero no se trata solo de un anuncio verbal. El anuncio lleva un compromiso inequívoco: la proclamación del Evangelio va unida a la curación de las dolencias del pueblo.

Mt 4,12-17.23-25
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea.
Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías:
«País de Zabulón y país de Neftali,
camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles.
El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande;
a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.»
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo:
-«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.»
Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.
Su fama se extendió por toda Siria y le traían todos los enfermos aquejados de toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y él los curaba.
Y le seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Trasjordania.

lunes, 6 de enero de 2020

Sin límites, sin miedos...


La Palabra de Dios hecha carne no se queda en el horizonte reducido de un pequeño grupo de hombres y mujeres. Se extiende más allá de fronteras y límites. De rabiosa actualidad esta maravillosa obra de Dios. Cuando nos empeñamos en protegernos bajo banderas, fronteras y tradiciones, resulta que viene a nosotros el Señor que transciende toda barrera posible. Y nosotros ¿somos capaces de superar esos límites?

Mt 2,1-12
Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
- «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y, venimos a adorarlo.»
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron:
- «En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: "Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel."»
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:
- «ld y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.»
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.