martes, 30 de abril de 2019

Tenéis que nacer de nuevo...


Entender el mensaje de Jesús necesita de cambiar los puntos de mira. Estamos ocupados en tantas cosas que olvidamos lo importante. Andamos tan atareados que dejamos a un lado nuestro propio interior. Por eso contemplar el misterio con los ojos de la fe es la condición para comprender la profundidad del Evangelio.


Jn 3,5a.7b-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
- «Te lo aseguro, tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu.
Nicodemo le preguntó:
- ¿Cómo puede suceder eso?
Le contestó Jesús:
- «Y tú, el maestro de Israel, ¿no lo entiendes? Te lo aseguro, de lo que sabemos hablamos; de lo que hemos visto damos testimonio, y no aceptáis nuestro testimonio. Si no creéis cuando os hablo de la tierra, ¿cómo creeréis cuando os hable del cielo? Porque nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.»

lunes, 29 de abril de 2019

Te doy gracias, Padre...


Santa Catalina de Siena
La Palabra de Dios se dirige a todos los hombres sin excepción, pero solo los humildes, los sencillos, los que han abierto las puertas del corazón la acogen. Gastamos esfuerzos en comprender y entender y perdemos la posibilidad de sorprendernos. Abrir los sentidos, disponer el corazón e interiorizar la fe supone mirar de otra manera…

Mt 11,25-30
En aquel tiempo, exclamó Jesús:
-«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

domingo, 28 de abril de 2019

Dichosos los que crean sin haber visto...


II Domingo de Pascua
La fe es el motor que transforma el miedo en osadía. Los apóstoles se esconden y se encierran. Jesús, de nuevo, se presenta ante el grupo. Solo falta Tomás. Cuando llega no cree la palabra de los discípulos. No cree el mensaje que le transmiten sus compañeros y hermanos en la fe. La incredulidad, la necesidad que siente de ver para creer no le deja ver con los ojos nuevos de la fe en la resurrección. Las certezas de la fe no entienden de gestos, sino de corazones dispuestos.


Jn 20,19-31
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos.
Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
-Paz a vosotros.
Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
-Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
-Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos.
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
-Hemos visto al Señor.
Pero él les contestó:
-Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
-Paz a vosotros.
Luego dijo a Tomás:
-Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
Contestó Tomás:
-¡Señor mío y Dios mío!
Jesús le dijo:
-¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su Nombre.

sábado, 27 de abril de 2019

Id y anunciad...


Sábado de la Octava de Pascua
A los discípulos les costó comprender todo lo ocurrido. Lo inesperado de la Pasión en el Mesías les generó incertidumbre. Es la experiencia personal de encuentro con el Resucitado lo que les ayuda a acercarse a la profundidad del misterio pascual. La transformación plena los lanza al mundo… El discípulo que ha tenido la experiencia pascual es luz para los demás… porque refleja la luz de Cristo.


Mc 16,9-15
Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando.
Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron.
Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando a una finca.
También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron.
Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo:
- «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.»

viernes, 26 de abril de 2019

¿No arde nuestro corazón...?


Viernes de la Octava de Pascua
Los encuentros con el Resucitado acaban con gestos de reconocimiento. Algunos de ellos son un llamamiento a la unidad de la Comunidad Cristiana en torno a la Eucaristía. En ocasiones se nos olvida a los creyentes que la Eucaristía ocupa un lugar central en nuestra vida. Hemos añadido “misas” para tantas cosas que olvidamos la centralidad de la Eucaristía. Recuperemos en esta Pascua la centralidad de la Nueva Alianza.


Jn 21,1-14
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro les dice:
-Me voy a pescar.
Ellos contestaban:
-Vamos también nosotros contigo.
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice:
-Muchachos, ¿tenéis pescado?
Ellos contestaron:
-No.
El les dice:
-Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.
La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro:
-Es el Señor.
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces.
Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice:
-Traed de los peces que acabáis de coger.
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice:
-Vamos, almorzad.
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor.
Jesús se acerca, toma el pan y se lo da; y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos. Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron:
- «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?»
Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
- «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.»
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

jueves, 25 de abril de 2019

La paz con vosotros...

Jueves de la Octava de Pascua - San Marcos Evangelista
El saludo de Jesús a sus discípulos tras la resurrección lleva de manera inseparable la paz. No se entiende el Evangelio sin la paz. Ni ante el miedo, ni ante la violencia se justifica la agresividad y la violencia. Los discípulos sienten miedo y están escondidos. Jesús saluda con la Paz y así les está pidiendo que sean testigos y mensajeros de la paz.

Lc 24,35-48
En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice:
- «Paz a vosotros.»
Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. El les dijo:
- «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.»
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
- «¿Tenéis ahí algo de comer?»
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo:
- «Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.»
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió:
-«Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
Vosotros sois testigos de esto.»

miércoles, 24 de abril de 2019

Quédate con nosotros...


Miércoles de la Octava de Pascua
Cabizbajos… rendidos… derrotados… y profundamente frustrados… Es posible que los discípulos de Emaús se sintiesen así. No era fácil digerir en ese momento la tragedia de Jerusalén. Los entusiasmados seguidores de Jesús reciben un mazazo el Viernes Santo. Tan centrados en la tragedia que no son capaces de reconocer a Aquel con quien han estado conviviendo en los últimos meses. La Palabra de Dios, la Eucaristía y el compartir les ayudan a comprender la profundidad de lo ocurrido. ¿Y nosotros? ¿Dónde nos reencontramos con el Resucitado?


Lc 24,13-35
Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos, pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo:
-«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?»
Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:
-«¿Eres tú el único forastero de Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?»
Él les preguntó:
-«¿Qué?
Ellos le contestaron:
-«Lo de Jesús de Nazaret, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; como lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.»
Entonces Jesús les dijo:
- «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?»
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.
Ya cerca de la aldea donde iban, el hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo:
«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.»
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron:
- «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?»
Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
- «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.»
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

martes, 23 de abril de 2019

Fue y anunció a los discípulos...


Martes de la Octava de Pascua
El encuentro con el Resucitado es transformador. Del miedo perturbador a la alegría exultante. De la ocultación consciente al anuncio inquietante y osado. Así es el verdadero encuentro con el Señor. Pero, ¿nos dejamos tocar por la fuerza del resucitado? ¿Hemos dispuesto nuestro corazón para que ese encuentro se produzca?


Jn 20,11-18
En aquel tiempo, fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan:
- «Mujer, ¿por qué lloras?»
Ella les contesta:
- «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.»
Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice:
- «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?»
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:
- «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.»
Jesús le dice:
- «¡María!»
Ella se vuelve y le dice:
- «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!»
Jesús le dice:
- «Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro."»
María Magdalena fue y anunció a los discípulos:
- «He visto al Señor y ha dicho esto.»

lunes, 22 de abril de 2019

No tengáis miedo...


Lunes de la octava de Pascua
Como si fuera un único día, los cristianos llamamos esta semana que sigue al Domingo de Resurrección, la Octava de Pascua. Nuestra alegría desborda porque tenemos entre nosotros al Hijo de Dios. Porque su marcha no fue un adiós, sino un para siempre tras vencer las barreras que la muerte nos pretende imponer. Y es momento de mostrar a los cuatro puntos cardinales que nuestra alegría es sincera, que nada ni nadie nos atemoriza. Es momento de que se nos deje de ver tristes, temerosos y escondidos.


Mt 28,8-15
En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo:
- «Alegraos.»
Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies.
Jesús les dijo:
- «No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.»
Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles:
- «Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros.»
Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.

domingo, 21 de abril de 2019

¡Ha resucitado!


Domingo de Resurrección
La Esperanza resuena con más sentido que nunca. La Vida se ensalza victoriosa ante la muerte y la culpa. Dios ha cumplido de nuevo su alianza, la muerte no ha podido sobre nosotros. ¿Por qué buscar entre los muertos a la Vida? ¿Por qué andar cabizbajos? Levantad la cabeza y gritad que Dios ha resucitado a Jesús y permanece entre nosotros…


Jn 20,1-9
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quita del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo a quien tanto quería Jesús, y les dijo: -”Se han llevado del sepulcro al señor y no sabemos dónde lo han puesto.” Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con el que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

viernes, 19 de abril de 2019

A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu...


Hoy estarás conmigo en el paraíso...


El amor es más fuerte que la muerte...


Solemnidad de Viernes Santo
Recorrer el misterio de la Pasión y Muerte de Jesús es acercarse a la profundidad del plan de Dios que se humilla, asume la humanidad hasta límites inesperados. No es fácil comprender la grandeza del amor en el dolor. Pero si es posible acompañar, sentir, empatizar y padecer con los que padecen. Lee despacio medita cada uno de los apartados señalados en el texto de la pasión. Acompaña cada momento en el silencio del camino y en la oración de toda la Iglesia. Siente con los que sufren y mantén la esperanza.


Jn 18,1-19,42 Pasión de nuestro Señor Jesucristo.
Prendieron a Jesús y lo ataron
C.: En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus dis­cípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo:
+: -«¿A quién buscáis?»
C.: Le contestaron:
S.: -«A Jesús, el Nazareno.»
C.: Les dijo Jesús:
+: -«Yo soy.»
C.: Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles «Yo soy» retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:
+: -«¿A quién buscáis?»
C.: Ellos dijeron:
S.: -«A Jesús, el Nazareno.»
C.: Jesús contestó:
+: -«Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar ando a éstos.»
C.: Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste.»
Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:
+: -«Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?»

jueves, 18 de abril de 2019

Velad, velad para no caer en la tentación (Hora Santa)

Esta es una noche de recogimiento y oración. Tras la celebración de la cena del Señor, acogemos la petición del mismo Jesús y velamos ante la inminencia del Sacrificio que sella la alianza definitiva. Acompañamos al Señor y hacemos presentes a la Iglesia y a todos los hombres.
Os dejamos una "Hora Santa" por si es de vuestra ayuda. Haz clic en la imagen.


Hasta el extremo...


Solemnidad de Jueves Santo
El Jueves Santo adelanta en gestos la entrega comprometida y hasta el extremo del Hijo de Dios por los hombres. La alianza de siglos se sella de manera definitiva en el sacrificio aceptado por Dios en la Cruz que se quedaría vacío sin la Resurrección. Es puro amor llevado hasta el culmen. El lavatorio de los pies como servicio de humildad de Dios ante los hombres, de los ministros hacia los demás, reflejo del amor del Padre. La institución del sacerdocio como continuación garante de la misión del Hijo que sirve a y no se sirve de. La Eucaristía como alimento, culmen, encuentro y acción de gracias de toda la comunidad cristiana es el centro de las celebraciones cristianas, no el complemento. El adelanto de la entrega radicalmente generosa del Hijo de Dios que muere para dar Vida. Contemplemos este misterio.


Jn 13,1-15
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los su­yos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo:
-«Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?»
Jesús le replicó:
-«Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprende­rás más tarde.»
Pedro le dijo:
-«No me lavarás los pies jamás.»
Jesús le contestó:
-«Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.»
Simón Pedro le dijo:
«Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.»
Jesús le dijo:
-«Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, por­que todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos. »
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos es­táis limpios.»
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
-«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me lla­máis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.»

miércoles, 17 de abril de 2019

"Mi momento está cerca..."


Jesús prepara la cena de Pascua Judía según la tradición. Pero ante el inminente desenlace en el que se ha comprometido él y su misión, asume la dureza del trágico paso y lo va a transformar. Será traicionado, pero él decide cómo será el final. Se hace dueño y Señor de su propia entrega convirtiéndola en un sacrificio de amor por todos los hombres. El Padre certificará con amor la entrega. Todo está dispuesto… Nos adentramos en los días centrales del misterio de la cruz, la muerte y la resurrección, todo envuelto en un halo de amor que duele.


Mt 26,14-25
En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:
- «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
- «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»
Él contestó:
- «Id a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos."»
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.
Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
- «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
- «¿Soy yo acaso, Señor?»
Él respondió:
- «El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.»
Entonces preguntó judas, el que lo iba a entregar:
- «¿Soy yo acaso, Maestro?»
Él respondió:
- «Tú lo has dicho.»

martes, 16 de abril de 2019

Meditación sobre las siete palabras...

En estos días tan cercanos a la celebración del misterio central de nuestra fe, os proponemos una serie de materiales para ayudaros a contemplar toda la dimensión del misterio de la Muerte y Resurrección del Señor. Os dejamos hoy una meditación sobre las siete palabras. Profunda, pero cercana a la realidad del hombre de hoy. Que no pasen estos días sin acercarnos al Señor.
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Profundamente conmovido...


Solemnidad de Martes Santo
A pesar de la cercanía, la estrecha relación y la confianza, Jesús revela el lado más amargo de la existencia humana, la ruptura de la Alianza, la traición. Frente a la dureza del corazón humano, el amor de Dios se revela como salvador y liberador. Pronto se sellará la alianza definitiva.


Jn 13,21-33.36-38
En aquel tiempo, Jesús, profundamente conmovido, dijo:
- «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.
Uno de ellos, el que Jesús tanto amaba, estaba reclinado a la mesa junto a su pecho. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:
- «Señor, ¿quién es?»
Le contestó Jesús:
- «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado.»
Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote.
Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo:
- «Lo que tienes que hacer hazlo en seguida.»
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.
Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió, dijo Jesús:
- «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: "Donde yo voy, vosotros no podéis ir."»
Simón Pedro le dijo:
- «Señor, ¿a dónde vas?»
Jesús le respondió:
- «Adonde yo voy no me puedes acompañar ahora, me acompañarás más tarde.»
Pedro replicó:
- «Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti.»
Jesús le contestó:
- «¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces.»

lunes, 15 de abril de 2019

A los pobres los tendréis siempre...


Solemnidad de Lunes Santo
Jesús agradece y reconoce el gesto de María, la hermana de Lázaro. Es poco el tiempo que le queda de estar con sus amigos y discípulos. Los pobres están siempre y nuestra misión siguen siendo ellos. Pero cada gesto, cada relato y cada Palabra del Señor son, en estos días, objeto de contemplación. Judas piensa en el mercado, María y Jesús desde el interior del hombre con el corazón abierto a Dios.


Jn 12,1-11
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa.
María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice:
- «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?»
Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa llevaba lo que iban echando. Jesús dijo:
- «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis.»
Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos.
Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.

domingo, 14 de abril de 2019

La meta está cerca...

Domingo de Ramos - Solemnidad
Iniciamos la Semana Santa con la Solemnidad del Domingo de Ramos, la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén. Nos hemos preparado para la celebración de este misterio durante la Cuaresma. Ahora nos adentramos en el misterio central. Pero no podemos quedarnos en dolor y muerte. La entrada en Jerusalén adelanta la victoria final sobre la muerte. Contemplemos el misterio de la entrega amorosa del Hijo de Dios con la perspectiva de la victoria.


Reza Laudes en tu dispositivo
Reza Vísperas en tu dispositivo

Lc 19,28-40
En aquel tiempo, Jesús iba hacia Jerusalén, marchando a la cabeza. Al acercarse a Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, mandó a dos discípulos diciéndoles:
-Id a la aldea de enfrente: al entrar encontraréis un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta: «¿por qué lo desatáis?», contestadle: «el Señor lo necesita.»
Ellos fueron y lo encontraron como les había dicho. Mientras desataban el borrico, los dueños les preguntaron:
-¿Por qué desatáis el borrico?
Ellos contestaron:
-El Señor lo necesita.
Se lo llevaron a Jesús, lo aparejaron con sus mantos, y le ayudaron a montar.
Según iba avanzando, la gente alfombraba el camino con los mantos.
Y cuando se acercaba ya la bajada del monte de los Olivos, la masa de los discípulos, entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos por todos los milagros que habían visto, diciendo:
¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor!
Paz en el cielo y gloria en lo alto.
Algunos fariseos de entre la gente le dijeron:
-Maestro reprende a tus discípulos.
El replicó:

-Os digo, que si estos callan, gritarán las piedras.




sábado, 13 de abril de 2019

¿Qué hacemos?

Las palabras del sumo sacerdote suponen la condena efectiva de Jesús. El Hijo de Dios que ha recorrido caminos y ciudades desgastándose con y por los hombres, especialmente por los más pobres, va a morir. Así lo han decidido las autoridades. Sin embargo, es Dios mismo quien se entrega en un sacrificio de amor por levantar a todos los hombres. La muerte no tiene valor, por lo tanto no es mejor que nadie muera. Dios va a transformar este hecho entregando a su hijo a la muerte y resucitándolo para que tengamos vida en abundancia. Estamos a las puertas de la Semana Santa y es momento de hacer silencio y contemplar este misterio desde donde tiene sentido, desde el amor.
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Jn 11,45-57
En aquel tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.
Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.
Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron:
- «¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación.»
Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo:
- «Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera.»
Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos.
Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente con los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos.
Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban:
- «¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta?»
Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.

viernes, 12 de abril de 2019

Fallece el sacerdote Antonio Martín Llamas

Ha fallecido a los 85 años de edad el sacerdote diocesano Antonio Martín Llamas, natural de La Hiniesta, que ejerció durante los últimos años como capellán del Hospital Virgen de la Concha
Zamora, 12/04/2019. Hoy ha fallecido en Zamora Antonio Martín Llamas, capellán emérito del Hospital Virgen de la Concha, a los 85 años de edad y 62 de sacerdocio. Nacido en La Hiniesta en 1933, fue ordenado presbítero el 21 de diciembre de 1957.
Estudió en el Seminario de Zamora y el de Roma. Fue Bachiller en Teología por Salamanca y Licenciado en Sagrada Escritura por Roma.
Ejerció los siguientes ministerios y servicios:
  • §   Prefecto de Disciplina en el Seminario Mayor de Zamora, en 1962.
  • §   Capellán de la Residencia Sanitaria del S.O.E. de Zamora (Hospital Virgen de la Concha de Zamora), el 21 de marzo de 1968.
  • §   Encargado de la parroquia de Carrascal, el 22 de octubre de 1982.
  • §   Profesor del Centro Teológico Diocesano de San Ildefonso, el 23 de enero de 1984.
  • §   Capellán emérito del Hospital Virgen de la Concha de Zamora, el 19 de septiembre de 2013.

El velatorio está instalado en el Tanatorio de Sever y el funeral será mañana, 13 de abril, a las 12 de la mañana, en la iglesia parroquial de La Hiniesta.

Descanse en paz. Descanse en Dios.

Una fe y una misión que nos comprometen...

El Evangelio de hoy pone de manifiesto que Jesús debe morir por lo que es, no por lo que ha hecho. La coherencia de Jesús y la unión entre su persona y la misión del Padre asumida por el Hijo hacen que con la desaparición de Jesús se quiera acabar con su misión. Este Dios Padre resulta molesto para las estructuras de los hombres. El mundo se mueve en otro terreno de juego en el que el mensaje de Jesús resulta molesto, incluso para las estructuras religiosas del momento. Jesús representa un azote a las conciencias y al estado de privilegio que vivían las altas estructuras. La fe en la misión de Jesús nos compromete a todos.
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Jn 10,31-42
En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús.
Él les replicó:
- «Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?»
Los judíos le contestaron:
- «No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios.»
Jesús les replicó:
- «¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: Sois dioses"? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros que blasfema porque dice que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.»
Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes habla bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían:
- «Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de éste era verdad.»
Y muchos creyeron en él allí.

jueves, 11 de abril de 2019

Abrahán saltaba de gozo pensando ver mi día...


Jesús insiste ante sus oyentes en la urgencia de profundizar en la fe. Los judíos que escuchaban a Jesús se mostraban duros de corazón y cerrados de mente. Jesús acude al Padre de la fe como modelo de confianza en Dios sin esperar signos visibles inmediatos. La vida de la fe es una carrera de fondo que contrasta con la inmediatez de la sociedad de consumo en la que vivimos inmersos. La fe no se traduce en billetes, ni en tecnología. La fe afecta a lo más profundo del ser humano.
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Jn 8,51-59
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
- «Os aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre.»
Los judíos le dijeron:
- «Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: "Quien guarde mi palabra no conocerá lo que es morir para siempre"? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?»
Jesús contestó:
-«Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: "Es nuestro Dios", aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera: “no lo conozco" sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría.»
Los judíos le dijeron:
- «No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?»
Jesús les dijo:
- «Os aseguro que antes que naciera Abrahán, existo yo.»
Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.