San Vicente Ferrer, presbítero
Llega un momento en que la
presencia de Jesús molesta. Le buscan para acabar con él. Sin embargo, no ha
llegado el momento. Mientras Jesús, desde la cautela, continúa haciendo patente
que la misión no es suya, sino que responde a la voluntad del Padre. Quizá a
nosotros también nos resulte molesto. Quizá no lo buscamos para matarlo, nos
basta con ser indiferentes, con huir del compromiso en la vida pública. No es
nuestra misión, somos continuadores…
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Jn 7,1-2.10.25-30
En aquel tiempo, recorría Jesús
la Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de
matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las tiendas. Después que sus parientes
se marcharon a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a
escondidas. Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron:
- «¿No es éste el que intentan
matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los
jefes se han convencido de que éste es el Mesías? Pero éste sabemos de dónde
viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene.»
Entonces Jesús, mientras enseñaba
en el templo, gritó:
- «A mí me conocéis, y conocéis
de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que
es veraz; a ése vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y
él me ha enviado.»
Entonces intentaban agarrarlo; pero
nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.
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