Santa Catalina de Siena
La Palabra de Dios se dirige a
todos los hombres sin excepción, pero solo los humildes, los sencillos, los que
han abierto las puertas del corazón la acogen. Gastamos esfuerzos en comprender
y entender y perdemos la posibilidad de sorprendernos. Abrir los sentidos,
disponer el corazón e interiorizar la fe supone mirar de otra manera…
Mt 11,25-30
En aquel tiempo, exclamó Jesús:
-«Te doy gracias, Padre, Señor de
cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se
las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo
me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie
conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad
con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y
encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
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