IV Domingo de Pascua
El evangelista Juan empieza a utilizar la imagen del
pastor. No se centra en las ovejas, sino en las características del pastor. De
aquel que cuida las ovejas, las conoce a pesar de ser muchas y diferentes, cada
una con sus características y circunstancias. Vela por su bienestar. Muchos nos
harán propuestas de felicidad, pero debemos discernir antes de elegir. ¿Nos
ofrecen todos lo mismo?
Jn 10,1-10
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la
puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es
ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A
este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el
nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina
delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño
no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los
extraños».
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron
de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las
ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las
ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá
entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer
estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».
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