lunes, 25 de noviembre de 2024

Lo que tenía para vivir...

 Lunes de la XXXIV Semana del T.O.

No nos extraña ver como los que menos tienen son, posiblemente, los más desprendidos, mientras que los que más riquezas poseen buscan la forma de acumular más bienes. A los ojos de Dios la riqueza se asienta precisamente en valores como el desprendimiento, la humildad, la generosidad y el amor. Todos ellos son valores proactivos, es decir, se dirigen a los otros, al prójimo. Pensemos dónde ponemos nuestro corazón y nuestro tiempo.


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Lc 21,1-4

En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos, vio a unos ricos que echaban donativos en el tesoro del templo; vio también una viuda pobre que echaba dos monedillas, y dijo:

«En verdad os digo que esa pobre viuda ha echado más que todos, porque todos esos han contribuido a los donativos con lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».

domingo, 24 de noviembre de 2024

Entonces, ¿tú eres rey?

 Jesucristo, rey del universo

Domingo XXXIV del T.O.

Dos formas de entender la autoridad. Mientras Pilato manifiesta que el poder temporal se entiende como un poder sobre las personas, la autoridad de Jesucristo se reafirma porque es para los demás. Su autoridad es un servicio a la verdad, a Dios y en consecuencia a todos los hombres. Solo tiene sentido porque aporta sentido a los otros. Y ahí es donde radica su capacidad de persuadir y convencer. Una interpelación al ejercicio del poder y de la autoridad en el siglo XXI, especialmente cuando muchos ciudadanos han quedado en la estacada porque no pueden continuar el ritmo frenético de esta sociedad de cimientos inestables.


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Jn 18,33b-37

En aquel tiempo, Pilato dijo a Jesús:

«¿Eres tú el rey de los judíos?».

Jesús le contestó:

«¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?».

Pilato replicó:

«¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?».

Jesús le contestó:

«Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí».

Pilato le dijo:

«Entonces, ¿tú eres rey?».

Jesús le contestó:

«Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz».

viernes, 22 de noviembre de 2024

Mi casa será casa de oración...

 Santa Cecilia, virgen y mártir

Viernes de la XXXIII Semana del T.O.

Nos resulta sorprendentemente fácil acusar al judaísmo oficial del uso economicista y mercantilista del templo y, en consecuencia, de la fe. Y cómo nos cuesta hacer una lectura actualizada. La religión oficial a la que interpela el evangelio hoy no es el judaísmo, si la institución y la estructura humana de la Iglesia. Y precisamente por ello no debería asustarnos hacer autocrítica y comprobar la disponibilidad, la generosidad, la trasparencia de las cuentas y de la administración de los bienes, el desprendimiento y la vida austera. Y todo en pro de una existencia desprendida, vinculada en exclusiva al amor y lo que significa vivir para…


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Lc 19,45-48

En aquel tiempo, Jesús entró en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles:

«Escrito está: "Mi casa será casa de oración"; pero vosotros la habéis hecho una "cueva de bandidos"».

Todos los días enseñaba en el templo.

Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo buscaban acabar con él, pero no sabían qué hacer, porque todo el pueblo estaba pendiente de él, escuchándolo.

jueves, 21 de noviembre de 2024

Nuestras cegueras...

Presentación de la Santísima Virgen

Jueves de la XXXIII Semana del T.O.

Nos sorprende el llanto de Jesucristo sobre la ciudad de Jerusalén. Pero es posible que el llanto continúe y que nosotros hoy, miembros de la nueva Jerusalén no queramos ver los peligros que nos acechan. La ceguera se asoma a nuestras puertas de muy diversas formas. Y nada como las divisiones internas para generar inquietud en esta barca que navega en dirección al nuevo reino de Dios.


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Lc 19,41-44

En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, lloró sobre ella, mientras decía:

«¡Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos.

Pues vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco de todos lados, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el tiempo de tu visita».

miércoles, 20 de noviembre de 2024

Dones para...

Miércoles de la XXXIII Semana del T.O.

Los discípulos del Señor hemos recibido una serie de dones y capacidades que nos hacen únicos e irrepetibles. Pero los dones recibidos no se agotan en sí mismos, sino que crecen en la medida en que se ponen al servicio de la comunidad de los creyentes. Si el talento no fructifica se agota y muere. Si no se pone al servicio de los demás se vacía. Recibimos el don, pero ¿ejercemos nuestra responsabilidad?


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Lc 19,11-28

En aquel tiempo, Jesús dijo una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y ellos pensaban que el reino de Dios iba a manifestarse enseguida.

Dijo, pues:

«Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después.

Llamó a diez siervos suyos y les repartió diez minas de oro, diciéndoles:

"Negociad mientras vuelvo".

Pero sus conciudadanos lo aborrecían y enviaron tras de él una embajada diciendo:

"No queremos que este llegue a reinar sobre nosotros".

Cuando regresó de conseguir el título real, mandó llamar a su presencia a los siervos a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno.

El primero se presentó y dijo:

"Señor, tu mina ha producido diez".

Él le dijo:

"Muy bien, siervo bueno; ya que has sido fiel en lo pequeño, recibe el gobierno de diez ciudades".

El segundo llegó y dijo:

"Tu mina, señor, ha rendido cinco".

A ese le dijo también:

"Pues toma tú el mando de cinco ciudades".

El otro llegó y dijo:

"Señor, aquí está tu mina; la he tenido guardada en un pañuelo, porque tenía miedo, pues eres un hombre exigente que retiras lo que no has depositado y siegas lo que no has sembrado".

Él le dijo:

"Por tu boca te juzgo, siervo malo. ¿Conque sabías que soy exigente, que retiro lo que no he depositado y siego lo que no he sembrado? Pues ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses".

Entonces dijo a los presentes:

"Quitadle a este la mina y dádsela al que tiene diez minas".

Le dijeron:

"Señor, ya tiene diez minas".

"Os digo: al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Y en cuanto a esos enemigos míos, que no querían que llegase a reinar sobre ellos, traedlos acá y degolladlos en mi presencia"».

Dicho esto, caminaba delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.

martes, 19 de noviembre de 2024

De Zaqueos y sicómoros...

Martes de la XXXIII Semana del T.O.

Siempre hay Zaqueos buscando. Hombre y mujeres que apenas pueden ver ahogados por el gentío, por la rutina, por las prisas, los agobios y las preocupaciones de la vida. Personas que buscan y quieren encontrar, pero que por sí mismos no llegan a ver más allá de su entorno más cercano. Pero siempre hay mediaciones. Siempre hay sicómoros que facilitan el contacto con Dios. ¿Somos zaqueos o sicómoros?


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Lc 19,1-10

En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad.

En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí.

Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo:

«Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».

Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.

Al ver esto, todos murmuraban diciendo:

«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».

Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor:

«Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más».

Jesús le dijo:

«Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán.

Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».


lunes, 18 de noviembre de 2024

Al lado del camino...

 Lunes de la XXXIII Semana del T.O.

Y resulta que unos regañaban al ciego sentado al borde del camino porque gritaba pidiendo que el Dios de la misericordia actuase en él. Parece increíble y malsano, pero no tan lejano en el tiempo y el espacio. ¿Acaso no nos quejamos de aquellos que con una apariencia radicalmente distinta a la de los hombres y mujeres de bien se acercan a cualquier cola, de cualquier institución o a las puertas de nuestros templos? ¿Es que no miramos mal al pobre que a la puerta de la iglesia demanda nuestra ayuda? Somos así, sí. Pero Dios apela a nuestra identidad más profunda atendiendo y obrando en el pobre que hemos dejado al lado del camino, al menos de nuestro camino.


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Lc 18,35-43

Cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le informaron:

«Pasa Jesús el Nazareno».

Entonces empezó a gritar:

«¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!».

Los que iban delante lo regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte:

«¡Hijo de David, ten compasión de mí!».

Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.

Cuando estuvo cerca, le preguntó:

«¿Qué quieres que haga por ti?».

Él dijo:

«Señor, que recobre la vista».

Jesús le dijo:

«Recobra la vista, tu fe te ha salvado».

Y enseguida recobró la vista y lo seguía, glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.