martes, 8 de julio de 2025

La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos...

 Martes de la XIV Semana del T.O.

Si ayer el evangelio nos presentaba dos modos de dejar que Dios entre en nuestras vidas y las transforme, hoy vemos como ante un mismo hecho que se sanador y constructivo, unos lo ven con admiración y se alegran del bien y otros ponen en duda todo lo que ven y son capaces de darle la vuelta. No vamos a negar que nosotros, en ocasiones, tenemos la tentación de hacer lo mismo. Aún así esto no detiene la voluntad y la iniciativa de Jesucristo de continuar adelante con la misión. Tampoco debe pararnos a nosotros los gestos contrarios a nuestras buenas acciones.


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Mt 9,32-38

En aquel tiempo, le llevaron a Jesús un endemoniado mudo. Y después de echar al demonio, el mudo habló.

La gente decía admirada:

«Nunca se ha visto en Israel cosa igual».

En cambio, los fariseos decían:

«Este echa los demonios con el poder del jefe de los demonios».

Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.

Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».

Entonces dice a sus discípulos:

«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».

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