Lunes de la XVII Semana del T.O.
¡Cuántas veces elogiamos los frutos
pastorales como éxitos de nuestra estrategia! Sí. No nos engañemos.
Planificamos, evaluamos, ejecutamos planes pastorales y nos creemos que los
frutos son el resultado de una buena planificación y una cuidada ejecución. Y
habitualmente olvidamos que precisamente el reino crece porque además de
nuestras estupendas planificaciones pastorales hay, sobre todo, un aliento del
Espíritu Santo que hace que todo dé frutos. Nos empeñamos en buscar lo mejor,
pero no en encontrar a Dios. Y Dios está, hace que el reino fructifique, pero
¿lo encontramos?
Mt 13,31-35
En aquel tiempo, Jesús propuso
otra parábola al gentío:
«El reino de los cielos se parece
a un grano de mostaza que uno toma y siembra en su campo; aunque es la más
pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace
un árbol hasta el punto de que vienen los pájaros del cielo a anidar en sus
ramas».
Les dijo otra parábola:
«El reino de los cielos se parece
a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, hasta que todo
fermenta».
Jesús dijo todo esto a la gente
en parábolas y sin parábolas no les hablaba nada, para que se cumpliera lo
dicho por medio del profeta:
«Abriré mi boca diciendo
parábolas;
anunciaré lo secreto desde la
fundación del mundo».
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