lunes, 14 de julio de 2025

El que pierda su vida por mí, la encontrará...

 Lunes de la XV Semana de T.O.

Es posible pensar que este evangelio siembra de dudas la fe de los seguidores de Cristo, pero todo apunta a una advertencia: si me seguís y sois consecuentes es posible que ocurran estas cosas. No es algo ajeno a nosotros. Quizá no llegamos a los extremos que el evangelio nos indica, pero es cierto que la fidelidad al evangelio nos lleva a veces a la incomprensión, la indiferencia y el rechazo. Pero la vida de fe tiene recompensa, llena, colma y da sentido a nuestra propia existencia.


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Mt 10,34-11,1

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:

«No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz: no he venido a sembrar paz, sino espada. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa.

El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará.

El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de justo.

El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, solo porque es mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa».

Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.

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