De
poco sirve poner mucha voluntad. Cuando hablamos de los frutos del evangelio,
cuando hablamos de los méritos en la misión de la Iglesia, corremos el riesgo
de acrecentar nuestro ego por encima del Evangelio… Somos portavoces, no somos
los protagonistas ni autores de la Palabra de Dios. La acogemos porque se nos regala y
fructifica en nosotros. No acogerla supone la tentación de anunciarnos a nosotros mismos en vez de al Señor. En esto consiste la misión del bautizado, en acoger la
Palabra y hacerla extensiva a los demás…
Mateo
13, 18 23
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Vosotros,
pues, oíd lo que significa la parábola del sembrador: si uno escucha la palabra
del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón.
Esto significa lo sembrado al borde del camino.
Lo
sembrado en terreno pedregoso significa el que escucha la palabra y la acepta
enseguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y en cuanto viene
una dificultad o persecución por la palabra, enseguida sucumbe.
Lo
sembrado entre abrojos significa el que escucha la palabra; pero los afanes de
la vida y la seducción de las riquezas ahogan la palabra y se queda estéril. Lo
sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ese
da fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno.
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