Jueves de la XXXI Semana del Tiempo Ordinario
Lejos de alegrarse del mal ajeno, el creyente, animado
y llamado a seguir el Evangelio no descansa hasta que se ha recuperado a la
última oveja del rebaño. Desde la libertad, sin imposiciones, con la propuesta
salvadora del Nuevo Reino de Dios.
Lucas 15, 1-10
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los
publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban
diciendo:
«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola:
«Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una,
¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la
encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento;
y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice:
"¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que
se me había perdido".
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo
por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no
necesitan convertirse.
O ¿que mujer tiene diez monedas, si se le pierde una,
no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la
encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas y les
dice:
"¡Alegraos conmigo!, he encontrado la moneda que
se me había perdido".
Os digo que la misma alegría tendrán los ángeles de
Dios por un solo pecador que se convierta».
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