miércoles, 4 de noviembre de 2020

Se volvió y les dijo...

San Carlos Borromeo Miércoles de la XXXI Semana del Tiempo Ordinario

La exigencia del Señor se antoja dura, e incluso parece inhumana. Pero Jesús quiere dejar claro lo que significa seguirle, identificarse con él, amarlo y hacer del Evangelio el centro de la vida. No es una afición, es algo que llena la vida del hombre y le da sentido. Es un tesoro que merece el lugar central.


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Lucas 14, 25-33

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:

«Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.

Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.

Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?

No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:

"Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar".

¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil?

Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.

Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».

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