Jueves de la I Semana del Tiempo Ordinario
La ley judía decía claramente que aquel que entrase en
contacto con un leproso quedaba impuro. Jesús se salta la norma en nombre del
amor, de la misericordia. No somos ajenos a esas normas en el siglo XXI. Nos
hemos impuesto estereotipos sociales y normas tradicionales que nos alejan de
las verdaderas necesidades del ser humano, Sigue habiendo muchos leprosos hoy
que necesitan que rompamos barreras, necesitan sentir el amor y la
misericordia.
Marcos 1,
40-45
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso,
suplicándole de rodillas:
-«Si quieres, puedes limpiarme».
Compadecido, extendió la mano y lo tocó, diciendo:
-«Quiero: queda limpio».
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente:
-«No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a
presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para
que sirva de testimonio».
Pero, cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a
divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún
pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de
todas partes.
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