Jueves de la XI Semana de Ordinario
Padre nuestro… Y con ello todas
las consecuencias inimaginables. Posiblemente una de las oraciones más
radicales… Y al mismo tiempo una de las oraciones más necesarias. En un mundo
roto, dividido, sujeto a los dictámenes del odio y la guerra, las lágrimas de
dolor de las víctimas claman al cielo esperando una respuesta que dé sentido a
su sufrimiento. Por eso esta oración es tan necesaria y radical. Y si no
compromete nuestros corazones, es posible que parezca que no tiene mucho
sentido. ¿Qué estamos haciendo?
Mt 6,7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos:
«Cuando recéis, no uséis muchas
palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán
caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes
de que lo pidáis. Vosotros orad así:
"Padre nuestro que estás en
el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra
como en el cielo,
danos hoy nuestro pan de cada
día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden,
no nos dejes caer en la
tentación,
y líbranos del mal".
Porque si perdonáis a los hombres
sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis
a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».
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