La vulnerabilidad, la fragilidad
y la inocencia de un niño son el reflejo de nuestro Dios. No parece un Dios que
castiga, ajeno a la fragilidad humana. No, Dios es inmensamente cercano, tierno
y misericordioso. Dios olvida las afrentas… Porque Dios es, sencillamente, amor…
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Marcos 10, 13-16
En aquel tiempo, le acercaban a
Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les
dijo:
«Dejad que los niños se acerquen
a mí: no se lo impidáis; pues de los que son como ellos es el reino de Dios. En
verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en
él».
Y tomándoles en brazos los
bendecía imponiéndoles las manos.
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