sábado, 30 de marzo de 2019

El que se humilla será enaltecido...

La actitud del creyente es fundamental, pues marca la manera de relacionarnos con Dios y con los demás. El enaltecimiento y la soberbia no facilitan para nada la autenticidad. La humildad es una característica esencial del seguidor de Cristo. Abre puertas, facilita y nos sitúa ante Dios y ante los demás como lo que somos, seres necesitados y ligados unos a otros y con Dios.
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Lc 18,9-14
En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola:
-«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo."
El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador."
Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

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