XVIII Domingo del
Tiempo Ordinario
Ante los momentos importantes de la misión, Jesús se
aparta del ruido y se encuentra con el Padre. No cabe duda que su vida y sus
gestos están íntimamente ligados al Padre. Por eso es tan importante la
relación íntima e intensa con él. No dura mucho el silencio. El hombre siente
la necesidad de acudir a Él y Jesús no se desentiende. Qué importante en el
momento que nos ha tocado vivir ser conscientes de la corresponsabilidad. Ahora
que triunfa el narcisismo y el individualismo consumista, resulta que Jesús nos
propone la donación.
Reza Vísperas en tu dispositivo
Mateo 14,
13-21
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de
Juan Bautista se marchó de allí en barca, a solas, a un lugar desierto. Cuando
la gente lo supo, lo siguió por tierra desde los poblados.
Al desembarcar vio Jesús una multitud, se compadeció
de ella y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos
a decirle:
«Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la
multitud para que vayan a las aldeas y se compren comida».
Jesús les replicó:
«No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer».
Ellos le replicaron:
«Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces».
Les dijo:
«Traédmelos».
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y
tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció
la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se
los dieron a la gente. Comieron todos y se saciaron y recogieron doce cestos
llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
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