Martes de la XXV Semana del Tiempo Ordinario
La familia de los nuevos hijos de Dios transciende los
límites de la sangre. Aceptar la llamada de Dios y acoger su palabra conducen,
irremediablemente a la fraternidad. Una fraternidad que se hace concreta en la
comunidad cristiana.
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Lucas 8, l9-21
En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus
hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.
Entonces lo avisaron:
«Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte».
Él respondió diciéndoles:
«Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan
la palabra de Dios y la cumplen».
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