San Mateo, Apóstol y Evangelista Lunes de la XXV Semana del Tiempo Ordinario
Tiene que quedar clara la posición de Dios. No ha
medias tintas. No podemos hacer a Dios a nuestra medida. Por eso Jesús nos
revela poco a poco el verdadero rostro del Padre. No ha venido el Hijo a
sentarse con los justos, sino a llamar a los necesitados de curación. Quizá
esto nos chirría, porque se está más a gusto entre los que no molestan…
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Mateo 9, 9-13
En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre
llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».
Él se levantó y lo siguió.
Y estando en la casa, sentado en la mesa, muchos
publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus
discípulos.
Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
«¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y
pecadores?».
Jesús lo oyó y dijo:
«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los
enfermos. Andad, aprended lo que significa “Misericordia quiero y no
sacrificio”: que no he venido a llamar a justos, sino a los pecadores».
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