Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein)
Lunes de la XIX Semana del Tiempo Ordinario
Poco
tiene que ver el comportamiento de los hombres, especialmente de los poderosos,
con lo que Dios es. Frente a los abusos del poder, nos ponemos delante de un
Dios que es Padre, que en su absoluta libertad nos hace hijos y crea una nueva
fraternidad. Aún hoy nos seguimos encontrando con quienes pretenden usar a Dios
para justificar la injusticia. Jesús es claro, la nueva humanidad debe
asentarse sobre las relaciones de amor.
Mateo 17, 22-27
En
aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les
dijo:
«El
Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres, lo matarán, pero
resucitará al tercer día».
Ellos
se pusieron muy tristes.
Cuando
llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se
acercaron a Pedro y le preguntaron:
«¿Vuestro
Maestro no paga las dos dracmas?».
Contestó:
«Si».
Cuando
llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle:
«¿Qué
te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a
sus hijos o a los extraños?».
Contestó:
«A
los extraños».
Jesús
le dijo:
«Entonces,
los hijos están exentos. Sin embargo, para no darles mal ejemplo, ve al mar,
echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una
moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti».
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