XVI Domingo del Tiempo Ordinario
Afanados, ocupados, estresados, agobiados, etc… así
andamos día a día. Y a pesar de que tenemos nuestras responsabilidades y
ocupaciones, el Señor nos pide que seamos capaces de dar a cada cosa la
importancia que tiene. Nos falta tiempo para escuchar, para acoger, para buscar
la paz interior que nos acerca a Dios y a los demás.
Lucas 10, 38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer
llamada Marta lo recibió en su casa.
Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a
los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos
servicios; hasta que, acercándose, dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola
para servir? Dile que me eche una mano».
Pero el Señor le contestó:
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas
cosas; sólo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le
será quitada».
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