I Domingo de Cuaresma
Iniciamos el camino cuaresmal y nada como reconocernos en
nuestra propia realidad, la vulnerabilidad de la existencia humana y lo
pasajero de la propuesta de nuestra sociedad y nuestra cultura. En la búsqueda
de sentido nos encontramos con propuestas totalmente individualistas y
egoístas. El éxito personal, la acumulación de bienes o de me gustas en las
redes sociales se alejan de la óptica de Dios, pero también de lo que de verdad
dota de sentido al hombre. Vencer el egoísmo es apostar por un camino acorde a
la armonía, la felicidad y la vida junto a Dios.
Mt 4,1-11
En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el
Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con
sus cuarenta noches, al fin sintió hambre.
El tentador se le acercó y le dijo:
«Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan
en panes».
Pero él le contestó:
«Está escrito: «No solo de pan vive el hombre, sino de
toda palabra que sale de la boca de Dios»».
Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en
el alero del templo y le dijo:
«Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito:
«Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti y te sostendrán en sus manos, para
que tu pie no tropiece con las piedras»».
Jesús le dijo:
«También está escrito: «No tentarás al Señor, tu Dios»».
De nuevo el diablo lo llevó a un monte altísimo y le
mostró los reinos del mundo y su gloria, y le dijo:
«Todo esto te daré, si te postras y me adoras».
Entonces le dijo Jesús:
«Vete, Satanás, porque está escrito: «Al Señor, tu Dios,
adorarás y a él solo darás culto»».
Entonces lo dejó el diablo, y he aquí que se acercaron los
ángeles y lo servían.
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