San Policarpo, Obispo y mártir
Jueves después de
Ceniza
El Hijo de Dios, que se encarnó, se hizo hombre y se
manifestó a los más humildes, no ha venido a imponerse a los demás hombres,
sino a servir. La óptica de Dios no es la del poder, sino la del amor. Y por
ello sufrirá el combate de los poderosos y padecerá, pero triunfará la vida.
Todo camino junto a Jesús conlleva renuncias, todas pequeñas porque el objetivo
es mucho mayor.
Lc 9,22-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado
por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al
tercer día».
Entonces decía a todos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí
mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la
perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a
uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?»
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