Miércoles de la XVI Semana del T.O.
En esta tierra de la meseta
castellana bien sabemos lo que pasa cuando trabajamos el campo. Por eso nos resulta
más fácil entender la parábola del evangelio de hoy. Ponemos todo nuestro
acento e interés en el cuidado de las plantas que sembramos en octubre para que
se desarrollen y den fruto, pero ¿cuidamos así de nuestra vida, de nuestras
prioridades y de nuestra felicidad?
Mt 13,1-9
Aquel día salió Jesús de casa y
se sentó junto al mar. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una
barca; se sentó y toda la gente se quedó de pie en la orilla.
Les habló muchas cosas en
parábolas:
«Salió el sembrador a sembrar. Al
sembrar, una parte cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se la
comieron.
Otra parte cayó en terreno
pedregoso, donde apenas tenía tierra, y como la tierra no era profunda brotó
enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó.
Otra cayó entre abrojos, que
crecieron y la ahogaron.
Otra cayó en tierra buena y dio
fruto: una, ciento; otra, sesenta; otra, treinta.
El que tenga oídos, que oiga».
No hay comentarios:
Publicar un comentario