XVI Domingo del T.O.
Cuántos son los desengaños, los
esfuerzos pastorales aparentemente infructuosos, las energías consumidas y el
desgaste de las personas… Y a ello le sumamos el desenlace de lo cotidiano, con
los obstáculos, las piedras del camino y el desánimo… Y es que así andamos muchas
veces, cansados, preocupados y agobiados, desorientados en este mundo que
cambia tan rápido… El verano es un tiempo ideal para parar, reflexionar y
dejarse enseñar por el Maestro.
Mc 6,30-34
En aquel tiempo, los apóstoles
volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y
enseñado.
Él les dijo:
«Venid vosotros a solas a un
lugar desierto a descansar un poco».
Porque eran tantos los que iban y
venían, que no encontraban tiempo ni para comer.
Se fueron en barca a solas a un
lugar desierto.
Muchos los vieron marcharse y los
reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel
sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se
compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso
a enseñarles muchas cosas.
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