El Tiempo
del Adviento nos quiere ejercitar en una virtud cristiana básica: La
esperanza. La Iglesia (y cada cristiano)
siempre espera la Venida de su Señor.
Cada año
cobra actualidad el Adviento, porque siempre necesitamos la Venida de Dios a
nosotros. Y nos hace falta aprender a esperarle. Sería señal de debilidad o de
muerte si nos encontráramos satisfechos con lo que ya tenemos.
¿Qué
esperamos?
Una primera
respuesta: la Venida gloriosa de Cristo, al final de los tiempos, para
establecer definitivamente su Reino. (Ya desde el primer domingo del Adviento
nuestra atención se dirige a ese Día último en que aparecerá Cristo triunfador
para juzgar al mundo: “El día se acerca”, “Entonces verán al Hijo del hombre
que viene”).
Esta espera
se convierte en deseo y necesidad: “Ven, Señor Jesús.” (Marana Tha, que
significa: “El Señor viene”). La Iglesia lleva más dos mil años repitiendo
estas palabras conclusivas del Nuevo Testamento. Es la expectación gozosa que
resuena constantemente en Adviento: “Alegraos, el Señor está cerca”.
Sin embargo,
lo más probable es que nuestra generación no conocerá el fin del mundo, que tal
vez se demore todavía muchos siglos, en todo caso no creemos que ocurra pronto.
El Adviento, entonces, nos devuelve a la primera Venida de Cristo, la de Belén,
que está íntimamente unida a la última Venida: el Nacimiento de Cristo inauguró
ya la última era de la historia; estamos viviendo los tiempos definitivos;
Cristo inauguró ya su Reino, y este Reino irá creciendo y madurando a lo largo
de los siglos, hacia su plenitud final.
El Adviento,
en definitiva, nos invita a esperar al Señor que sigue viniendo a nosotros en
cada persona y en cada acontecimiento, con los ojos puestos en su primera
Venida y con el corazón ansiando su última Venida: “Los cielos nuevos y la
tierra nueva; una casa de hermanos”.
¿Qué cantamos
en el tiempo de Adviento?
El Adviento
es un tiempo litúrgico con entidad propia, tiempo corto y sobrio. No es como la
Cuaresma, pero se le acerca, porque también quitamos los adornos. Austeridad en
el canto, para resaltar la alegría, la fiesta y la solemnidad de la Navidad.
Es, también,
un tiempo de esperanza: destaca el “Marana Tha”. Los cantos de Adviento tensan
la espera, (tensar las cuerdas del corazón), no esperar sentados, sino
esperando al Señor. Así las canciones de este tiempo tienen ritmo (“Vamos a
preparar”, “Ven, ven, Señor, no tardes”, etc.).
El Adviento
es un tiempo en el que destaca María. La Virgen es modelo de espera y esperanza. Nuestra
Madre es protagonista en la Fiesta de la Inmaculada y en el Cuarto Domingo de Adviento.
Por
último, debemos destacar “el canto de entrada”; es muy importante, porque da el
tono y el carácter de la celebración (es lo mismo que