San Ignacio de Antioquía Sábado de la XXVIII Semana del Tiempo Ordinario
Hemos tenido, durante mucho tiempo, la tentación de
sentirnos perseguidos en cuanto hemos detectado que las cosas en la Iglesia no
va como queremos. Ahora nos enfrentamos a otra realidad. Ya no sentimos
sentirnos perseguidos, ahora el peligro es la irrelevancia. Irrelevante es
peligroso porque no sentimos que nuestra presencia se note ni se necesite. Es
hora de confiar en el Espíritu, de poner todos los sentidos y percibir su
soplo, como hicieron las primeras comunidades, y acertar el camino que nos está
indicando.
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Lucas 12, 8-12
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Todo aquel que se declare por mí ante los hombres,
también el Hijo del hombre se declarará por él ante los ángeles de Dios, pero
si uno me niega ante los hombres, será negado ante los ángeles de Dios.
Todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre
podrá ser perdonado, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le
perdonará.
Cuando os conduzcan a la sinagoga, ante los
magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo o con qué razones os
defenderéis o de lo que vais a decir, porque el Espíritu Santo os enseñará en
aquel momento lo que tenéis que decir».
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