Sábado de la XXX Semana del Tiempo Ordinario
¡Cuánto le cuesta al ser humano reconocer sus
debilidades! Y eso que estamos viviendo un momento crítico en nuestra historia,
en el que de poco sirve ocultar nuestra vulnerabilidad. Todos estamos expuestos
a la incertidumbre, no la podemos ocultar, forma parte de nosotros. ¡Qué pena
que tenga que pasarnos esto para reconocer nuestra debilidad y tener que ser
más humildes por obligación! Dios nos ama como somos, vulnerables, pequeños…
Lucas 14, 1. 7-11
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los
principales fariseos para comer y ellos le estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros
puestos, les decía una parábola:
«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el
puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y
vendrá el que os convidó a ti y al otro y te diga:
“Cédele el puesto a éste”.
Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el
último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga:
“Amigo, sube más arriba”.
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado, y el
que se humilla será enaltecido».
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