Santa Teresa de Jesús Jueves de la XXVII Semana del Tiempo Ordinario
Lo cotidiano de nuestra vida nos empuja a un ritmo vertiginoso. El ruido nos conduce a una marcha sin freno. Pero esta marcha nos agobia. Este ritmo no nos deja tiempo para reflexionar, para dedicarnos a lo importante. La paz que necesitamos la encontramos en el Señor.
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Mateo 11, 25-30
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
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