Miércoles de la V Semana de Cuaresma
Parece que el linaje solo sirve a quienes presumen de
tenerlo. Sin embargo, Jesús pone de manifiesto que esa no es a voluntad de
Dios. De poco sirve. Lo que de verdad define a un discípulo es el amor a Dios y
el servicio al prójimo. Y pasados dos mil años, el mensaje del señor sigue en
vigor. No es posible caminar en busca de la verdadera felicidad sin atender el
amor a Dios y al hermano.
Juan 8, 31-42
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído
en él:
«Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos
míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.»
Le replicaron:
«Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de
nadie. ¿Cómo dices tú: "Seréis libres"?».
Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado
es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda
para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que
sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no
cala en vosotros. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros
hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre».
Ellos replicaron:
«Nuestro padre es Abrahán».
Jesús les dijo:
«Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán.
Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le
escuché a Dios, y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro
padre».
Le replicaron:
«Nosotros no somos hijos de prostitución; tenemos un solo
padre: Dios».
Jesús les contestó:
«Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí
de Dios, y he venido. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió».
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