San José de Calasanz
Jueves de la XXI Semana del Tiempo Ordinario
Tras las advertencias al discipulado viene la
interpelación al estado constante de alerta. La fe es un don que se recibe
gratuitamente, pero que hay que cuidar. Son muchos los peligros que conducen a
la relajación y casi todos vienen del interior del ser humano. Por eso buscar
el encuentro íntimo con el Señor es una terapia maravillosa.
Mateo 24, 42-51
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro
Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de
la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su
casa.
Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la
hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.
¿Quién es el criado fiel y prudente, a quien el señor
encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas?
Bienaventurado ese criado, si el señor, al llegar, lo
encuentra portándose así. En verdad os digo que le confiará la administración
de todos sus bienes.
Pero si dijere aquel mal siervo para sus adentros: “Mi
señor tarda en llegar”, y empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber
con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo
castigará con rigor y le hará compartir la suerte de los hipócritas.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes».
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