jueves, 3 de noviembre de 2022

Alegraos conmigo...

 Jueves de la XXXI Semana del Tiempo Ordinario

No parece que la alegría de los representantes del judaísmo estuviese libre de sesgos. Parece que la alegría estaba sujeta a criterios humanos más que a la voluntad de Dios. Precisamente quienes interpretaban los designios de Dios ponían filtros que Jesucristo supera. El filtro es la salvación, no el ajusticiamiento. Puede que a veces nos sintamos tentados de imponer ciertos criterios superficiales y olvidamos que la salvación de Dios pasa por la conversión del interior.


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Lc 15,1-10

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:

«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».

Jesús les dijo esta parábola:

«¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice:

“¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido”.

Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.

O ¿qué mujer que tiene diez monedas, si se le pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas y les dice:

“¡Alegraos conmigo!, he encontrado la moneda que se me había perdido”.

Os digo que la misma alegría tendrán los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».

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