Santa Cecilia, Virgen y Mártir
Lunes de la XXXIV Semana
del Tiempo Ordinario
Los discípulos están inquietos, ven cerca el final y no
acaban de entender el mensaje del Señor. Ven la llegada del Reino como algo que
irrumpirá de manera inminente y espectacular. Pero el Reino crece despacio,
casi sin darnos cuenta. Y el puesto del discípulo no es esperar sentado, sino
colaborar con la llegada del Reino.
Lc 21,5-11
En aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo
bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo:
«Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará
piedra sobre piedra que no sea destruida».
Ellos le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de
que todo eso está para suceder?».
Él dijo:
«Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi
nombre diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras
ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.
Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida».
Entonces les decía:
«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino,
habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes. Habrá también
fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario