San José, esposo de la Virgen
Lunes de la IV Semana
de Cuaresma
Todo parecía torcerse a la voluntad de Dios. No debía ser
fácil aceptar la concepción a la propia María, joven, comprometida e inocente
en una sociedad excesivamente convencional (la nuestra también), machista y
excluyente. Pero aceptar esta situación en la cabeza y el corazón de José debía
ser aún más inexplicable. Solo la fe y el encuentro íntimo de José con el Señor
hicieron posible la transformación comprometida de José. Ante la desesperanza,
la fe.
Mt 1,16.18-21.24a
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual
nació Jesús, llamado Cristo.
La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de
vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla,
decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le
apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer,
porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo
y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus
pecados».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el
ángel del Señor.
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