Jueves de la I Semana de Cuaresma
Nos cuesta creer que la oración da sus frutos. Quizá sea
porque tenemos un concepto muy utilitario y mercantilista de la misma: yo pido,
como quien paga con billete, y a cambio recibo lo solicitado. Pero la oración es
algo más profundo y a la vez sencillo. Es el diálogo de confianza mutua y eso
hay que cultivarlo. Dios gusta de ese entrenamiento de la confianza. Un
entrenamiento que lleva tiempo, sinceridad, disponibilidad, humildad, amor… ¿Lo
entendemos nosotros así?
Mt 7,7-12
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os
abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se
le abre.
Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una
piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun
siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro
Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!
Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con
vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas».
No hay comentarios:
Publicar un comentario