San Felipe Neri
Viernes de la VII Semana
de Pascua
El seguimiento no es fruto exclusivo de la razón y del
convencimiento voluntarioso de los hombres. El seguimiento de Cristo brota de
algo interior, del amor que Dios nos tiene y la llamada que nos hace. El ser
humano responde de manera generosa a ese amor de Dios con amor. Sin el amor no
se entiende el seguimiento de Cristo.
Jn 21,15-19
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de
comer, le dice a Simón Pedro:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?».
Él le contestó:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis corderos».
Por segunda vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».
Él le contesta:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Él le dice:
«Pastorea mis ovejas».
Por tercera vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez:
«¿Me quieres?» y le contestó:
«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo:
cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas
viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras».
Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a
Dios. Dicho esto, añadió:
«Sígueme».
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