lunes, 15 de enero de 2024

A vino nuevo, odres nuevos...

Lunes de la II Semana del T.O.

El ayuno, como tantas otras costumbres humanas insertadas en lo religioso, corren el riesgo de convertirse en herramientas que esclavizan al hombre. Eso le ocurría al judaísmo oficial de la época de Jesús. Dios actúa libremente guiado por su infinito amor a los hombres. Las mediaciones que nos acercan a él y al prójimo deberían ser igualmente liberadoras. En esto aún nos queda por delante un camino de discernimiento.


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Mc 2,18-22

En aquel tiempo, como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vinieron unos y le preguntaron a Jesús:

«Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?»

Jesús les contesta:

«¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar.

Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán en aquel día.

Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto -lo nuevo de lo viejo- y deja un roto peor.

Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos.»


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